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Siempre...

Siempre...

28 de enero de 2018

Magia

Aquella sensación
que te invade sin explicación
erizándote sin razón
dispersándose por las venas
embriagando el alma,
con sus tonadas místicas…

Aquella emoción de sentir que no estás sola,
que la vida siempre encuentra la forma
de hacerte llegar sus mensajes
y entonces sonríes porque sabes que el caos
terminará por ordenarse
y cada uno de tus pasos será guiado a encontrar su sentido.

Un destello, una vibración
un suspiro, radiación
sabes que la luz y la oscuridad, juntas se envuelven,
porque se complementan dentro de lo que eres,
abrirás los ojos llenos de un brillo mágico
mientras encuentras tu camino
aunque a veces vacilen tus pasos…

Entonces mantén la calma,
y escúchate a ti mismo,
en tu interior hay sabiduría
aunque cuando te sientes perdido la confundes con locura.
Préstale atención a quienes te rodean,
por algo están allí, tal vez cada uno de ellos lleva consigo una
parte de las respuestas que necesitas.
Porque la magia no se esconde,
siempre se manifiesta de alguna forma
esperando que los ojos de nuestra alma
estén lo suficientemente abiertos para sentirla…


Y entonces vibra,
entonces brilla,
porque tienes la luz para hacerlo
tienes la magia para alcanzarlo,
puedes, sí que puedes.
Siente, sólo siente
y más que nada cree.
Porque no hay imposibles
si tienes fe.
Mira dentro de ti,
eres magia encarnada.

Alma de Colibrí & Apri Plenilunio


 

Cortejo Oscuro


Era una noche sin luna en la que el cielo estaba despejado, dejando ver a las tintineantes estrellas formando imágenes en el manto oscuro, todo parecía tan quieto como en una pintura misteriosa y estática, en la que al parecer el aire se negaba a soplar creando un ambiente caluroso, plagado de un silencio casi asfixiante. Tensa tranquilidad se podía sentir, en tanto el aire comenzaba a cargarse de una extraña energía, hasta que se expandió creando un sonido sordo, comenzaron a retumbar los truenos y las nubes parecían acudir a un llamado ancestral, empezando a acudir a la invocación escondiendo entre sus brumosos brazos a las lumbreras celestes, la danza de los rayos cruzaba el cielo siguiendo el ritmo impuesto por los truenos.

En medio de aquel espectáculo una figura cubierta por un manto oscuro se deslizaba a pasos furtivos a través de las calles empedradas, debajo de la capucha sus ojos parecían brillar como llamas incandescentes, buscando. Hasta que lo encontró, sus oídos sensibles captaron el sonido de unas llaves y el de las pisadas ocasionadas por unos zapatos de tacón, al buscar con la mirada, atravesado tanto la densa neblina como la oscuridad, sus ojos diamantinos observaron una joven de largos vestidos verdes, cabello oscuro suelto mojado por la lluvia torrencial, quien en sus manos sujetaba una llaves mientras corría para llegar a su casa y así encontrar un refugio de la tormenta. Una sonrisa de medio lado apareció en el rostro masculino cubierto por la capucha, la risa malsana que escapo de sus labios era acorde a sus pensamientos oscuros, se deslizo como uno de los rayos que danzaban en el cielo, hasta que alcanzo su objetivo.

El grito femenino que irrumpió en la noche estaba lleno de espanto, cuando la joven alzo la vista sintiéndose atrapada en una garra de acero, la luminosidad de una centella que cruzo el cielo ilumino el rostro que estaba frente a ella, tembló, contemplando a la muerte en aquellos ojos de diamantes rojos como la sangre, acompañada por una sonrisa feral llena de colmillos que supo era su condena, su final.

-No hay porque tener miedo- Dijo la oscura voz masculina cargada de burla –Ella te dará la bienvenida gustosa- murmuro con falso tono de consuelo apuntando hacia la figura que esperaba ansiosa a sus espaldas.

Por la cercanía entre victima y victimario, los ojos oscuros de la joven que dejaban ver vetas del color de la madera, se abrieron llenos de espanto al sentir los colmillos rasgando la piel de su cuello, su última mirada reflejaba a una figura envuelta en un manto negro, sujetando una guadaña, esperando pacientemente por ella y su grito fue el compas para el final de aquella melodía oscura.

Fin

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25 de enero de 2018

El Abrazo de la Noche


El cielo estaba plagado de estrellas tintineantes, la brisa de la noche era fresca, los sonidos nocturnos arrullaban a los que dormían y animaba a los que bajo su manto habitaban a despertar, se podía respirar la tranquilidad que se deslizaba como ondas sobre las casas, el silencio era roto por el canto de los grillos, el sonido de los murciélagos en sus vuelos juguetones y el ladrido fugaz de los perros a la distancia.

En una calle solitaria a penas iluminada por la luz de algunas farolas de repente se pudo ver un figura femenina envuelta en una capa celeste, sus pasos indecisos resonaban acompasadamente sobre la acera, agito la cabeza en negación, tapándose los oídos y alzando la vista hacia el cielo, su aliento fue cortado por el mágico paisaje a su alrededor, la luna llena casi tímida salió detrás de una nube traviesa que se había colado en el firmamento, sus manos cayeron a los lados, mientras escuchaba esas palabras tentadoras que le traía el viento de la noche.

-Entrégate- Susurraba aquella voz incitante -Deja que te rodee en mi abrazo- le invitaba.

La joven, ya rindiéndose decidió contestarle a la voz -Tengo miedo- confeso, mientras sus ojos claros como el agua buscaban el lugar de donde procedían aquellas palabras, sin resultado.

Una risa cantarina floto a su alrededor -¿Qué te asusta?- Cuestiono divertida la voz  -Sólo quiero resguardarte entre las sombras, para que puedas descansar- Invito en un tono de voz maternal.

La joven se mordió los labios, dudosa y murmuro –Pero, sólo un rato- el viento soplo un poco más fuerte jugueteando con sus largos cabellos marrones.

-Entrégate- Pidió la voz con un toque de alegría –Déjate abrazar por la oscuridad de la noche-

La joven abrió sus brazos con una tímida sonrisa pintada en sus labios, cerro los ojos y sintió como una fuerte brisa se agitaba a su alrededor, moviendo su vestido, su capa, sus cabellos, despertando algo escondido en su interior. Percibió una fresca fragancia a flores traída por la noche, a oscura esperanza, pero esperanza al fin y al cabo.

-¿Quién eres?- Pregunto la mujer mientras los brazos de la misteriosa noche la rodeaban en un férreo pero delicado abrazo, su alma cantaba estremeciendo todo su cuerpo.

-Soy la noche- Respondió la dulce voz, ocasionando que la joven se riera al no haberse dando cuenta antes.

Las estrellas parecieron parpadear y la luna brillar con más esplendor, el viento agito la copa de los árboles, la dama de cabellos marrones fue elevada en el aire hasta que desapareció envuelta por el abrazo oscuro de la noche y debajo de la cúpula celeste hizo eco la melodiosa voz de la nueva hija de la noche, con ojos claros como el agua.


Fin

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17 de enero de 2018

Último Aullido


La noche era oscura y fría, la neblina serpenteaba sobre la tierra húmeda, el silencio era penetrante, hasta que las hojas cejas sobre el suelo comenzaron a ser aplastadas por las rápidas pisadas de una joven que corría apresurada, con sus cabellos oscuros ondeantes brillando levemente por la luz que apenas ofrecía la empequeñecida luna menguante, a través de las nubes, su respiración era acelerada y el corazón le pitaba en los oídos gracias al miedo que la invadía.

Giro la cabeza hacia atrás ocasionando que sus rizos saltaran a su alrededor, sus ojos se abrieron de par en par, mirando hacia el frente apresuro aun más su marcha, pisando charcos de agua que comenzaban a formarse por la lluvia que empezó a precipitarse desde el cielo, robándole la luz de la luna que la guiaba en su huida. Su corazón casi se paró cuando escucho una risa oscura y maliciosa, que la hizo estremecerse de pies a cabeza, pero no detuvo su carrera... Tenía mucho por lo que luchar.

El miedo que comenzaba a consumirla embotaba sus sentidos, un grito broto desde lo profundo de su garganta cuando sintió una mano que la sujetaba en un fiero agarre, luego fue envuelta por un brazo, después una mano ejerció presión sobre su garganta ocasionando que dejara escapar un jadeo al cortársele el aliento.

Unos ojos rojos como la misma sangre le dieron la bienvenida y un chasquido de lengua fue percibido por sus sensibles oídos -¿Por qué huyes?- Fue la pregunta burlona que escucho, sus ojos marrones devolvieron una mirada cargada de incredulidad, una fría mano acaricio su rostro –Eres una chica muy mala- murmuro la voz profunda.

La joven se removió tratando de soltarse del agarre –Suéltame- Exigió, pero parecía como si barras de acero la sostuvieran –No puedes escapar- susurro la oscura voz masculina en su oído, ella percibió el cálido aliento del sujeto sobre la piel de su cuello, lo que le ocasiono un escalofrío, desesperada e impotente contemplo el cielo que comenzaba a despejarse, grito cuando percibió los colmillos perforándole la piel y lágrimas brotaron de sus ojos, al captar a la distancia un llamado angustioso -¡ANETT!-

-*-
Un hombre de cabellos rubios gritaba desesperado el nombre de su pareja, su alma gemela y compañera de vida, sus ojos grises se abrieron con espanto al observarla atrapada bajo la sujeción de aquel habitante de la oscuridad, los ojos rojos le miraron brillando con cruel satisfacción, una sonrisa malsana se formo en los labios de su enemigo, quien había ejecutado su venganza, un aullido cargado de angustia y de dolor resonó a través del bosque, en el momento que el último aliento escapaba de los labios de la joven, los ojos grises se cerraron por última vez.

El aire de la noche fue invadido por varios aullidos de desgarradora tristeza emitidos por quienes habían perdido a su líder, gracias a un ser que al no obtener los favores de la pareja del alfa quiso conseguirlos a la fuerza, el cuerpo vacío de alma del vampiro fue desgarrado por los colmillos de la manada de lobos, quienes plagados del dolor por la perdida de no sólo sus lideres, sino también de los padres de algunos de los miembros más jóvenes, se entregaron a su parte más animal, ejecutando su justicia, dejando tras ellos las llamas consumiendo a aquel cuerpo.
-*-
El silencio era sobrecogedor, mientras los miembros de aquella manada de lobos despedían a su alfa y a su pareja destinada, una joven se mordía los labios para que estos no temblaran pues no quería soltarse a llorar, su deber como sucesora era permanecer firme para sus compañeros hombres lobos y aún más para aquellos pequeños gemelos uno rubio y otro de cabellos oscuros, que se sujetaban a sus piernas sollozando por la perdida de sus padres. Los lobos emitieron un aullido grupal de despedida, mientras el fuego consumía los cuerpos de la pareja, pues no podía quedar pruebas de su existencia.

El humo se alzo sobre ellos y las pequeñas manitas de los niños de no más de cuatro años se despedían de las imágenes de sus padres que flotaron con miradas cargadas de tristezas y palabras de ánimo dirigidas a sus cachorros, quienes emitieron pequeños quejidos que le rompieron el corazón a su familia, porque eso eran, una familia. Todos pudieron escuchar los susurros que el viento deslizo hasta sus oídos.

-Nos veremos de nuevo- Prometió la voz masculina.

-Les amamos- Arrullo la voz femenina.

Fin



Maldecida Vengadora


Aquella noche de luna nueva era cálida, el cielo estaba despejado y las estrellas tintineantes daban un espectáculo sobrecogedor, el viento suave removía las copas de los árboles de aquel parque levemente iluminado por las farolas dejando ver los bancos, los caminos empedrados que serpenteaban a través del césped, algunas maquinas de ejercicios y juegos para niños, el silencio predominaba en el lugar, a penas siendo atravesado por el canto de los grillos y el croar de las ranas desde un estanque en la plazoleta central, donde unas vistosas carpas de colores nadaban perezosamente.

La melodiosa sinfonía nocturna, de repente fue rota por el sonido de pisadas sobre las hojas secas de los árboles que cubrían algunas partes del camino y la grama verde bañada por pequeñas gotas de rocío, un suspiro se deslizo en la brisa nocturna, el  lugar parecía estar vacío, el ruido cambio al de un par de tacones golpeando sobre las lozas del camino, unos ojos oscuros observaron todo el lugar, buscando, las perfectas cejas se arquearon y los labios femeninos mostraron una mueca de frustración, el pálido rostro estaba enmarcado por un largo cabello cobrizo, el cual fue echado hacia atrás por una delicada mano de dedos largos gráciles, un anillo de oro adornaba uno de los dedos y las uñas largas estaban pintadas en rojo.

Se dio la vuelta entre fastidiada y aliviada ocasionando que el largo abrigo negro se moviera con el viento haciendo un sonido de fru-fru, en ese instante lo capto, el olor, una fragancia de madera y almizcle, bañada por una insana excitación ante la expectativa de realizar acciones dañinas, cerro los ojos concentrándose en el aroma, su anterior postura relajada cambio, pasando a una furtiva, sintió como sus glándulas salivales se activaron y se le hizo agua la boca, pestañeo mostrando un brillo rojizo en sus pupilas, como una felina al asecho, silenciosa, sigilosa, corrió hacia su presa sin hacer ningún sonido.

Un par de ojos grises abiertos de par en par le dieron la bienvenida, ocasionando que una sonrisa maliciosa se formara en sus labios rojos, le dio alcance a su presa, lo sujeto por los hombros, el hombre de cabellos castaños se removió asombrado no sólo por el repentino ataque, sino debido a la fuerza que poseía aquella que había pensado como una frágil figura de mujer, fácil de someter -¿Tenías planes pequeño humano?- Pregunto la seductora voz con un matiz dulce y amenazante a la vez,  claro que el sujeto los había tenido, pero no eran ideas agradables para una persona incauta, especialmente una mujer, que anduviese a horas tan tardías de la noche por aquel lugar solitario, el hombre no se atrevía a mirarla, algo en su fuero interno le advertía que no lo hiciera, quizás su sentido de auto preservación.

Una profunda risa que hizo que se estremeciera de pies a cabeza lo saco de sus cavilaciones, sintió el tacto de la pequeña mano sujetarle con firmeza por el mentón obligándole a alzar la cabeza, cerro los ojos como si quisiera protegerse de medusa para que no lo convirtiera en una estatua de piedra –Abre los ojos- Ordeno la cautivadora voz y no pudo resistirse, al obedecer se encontró con un hermoso rostro, al alzar la mirada para ver más arriba, quedo atrapado en un par de ojos que parecían dos rubíes brillantes –Oh, oh estropee tus planes- Murmuro en una disculpa burlona la hermosa mujer –Lo siento- Un escalofrío lo hizo temblar, ella no lo sentía, por supuesto que no, una sonrisa feral dejo ver los colmillos alargándose hasta rozar los jugosos labios rojos, la rosada lengua acaricio las puntas afiladas –Haz sido un chico malo- estableció en juguetona burla.

El hombre paso saliva emitiendo un ruido sonoro y la sonrisa se amplio en el rostro femenino –No deberías tener miedo- dijo con voz amenazadora –Haz hecho cosas peores a tus víctimas- los ojos grises se abrieron como platos ¿Cómo lo sabía? Se pregunto mentalmente sin ser capaz de emitir palabra, una caricia en su rostro lo saco de sus pensamientos –Lo sé, lo sé… Sé lo que haz hecho- Canturreo la mujer –Y te mereces esto- su tono de voz dulce cambio a uno lleno de peligro  -Te mereces más que esto-  le dijo tomando mechones castaños en un puño, ejerciendo presión inclino la cabeza hacia un lado para dejar expuesto el cuello, el sonido y la sensación de su profunda inhalación ocasiono que el sujeto que aferraba entre sus brazos, se estremeciera de miedo.

-Sí, la mezcla perfecta- Susurro la mujer sobre la piel expuesta tras lo que paso la lengua sobre la zona –Pobrecillo humano perdido- chasqueo –Eres realmente un monstruo- Percibió una mirada incrédula proveniente de su victima –Oh sí, no me mires así- Apretó el agarre en el cuello arañando un poco con sus uñas –Yo sé de eso, así que… Pequeño humano cruel ¿Acaso puedes quejarte de morir en mis brazos después de lo que le hiciste a tus víctimas?- pregunto realizando una mueca de incredulidad –Yo creo que no- Arrullo, se inclino de nuevo y clavo sus colmillos en la piel, el hombre lucho, pero ella apretó su presa, de la que no se pudo soltar y su grito hizo eco en todo el lugar. La dama de la noche bebió aquel líquido rojo con gusto calmando su sed, si  iba a cegar vidas humanas para calmar sus ansias de sangre ¿Por qué no tomar la de aquellos monstruos que a su parecer eran peor que ella? Violadores, pedófilos y afines.

Al sentir como los latidos se hacían cada vez más lentos, que el corazón comenzaba a fallar, el leve tamborileo, ya sin sangre para bombera, se detuvo y el último aliento broto de aquellos labios, lo soltó, lo que ocasiono que el sonido del cuerpo al caer sobre el césped resonara.
Limpiándose la boca mientras una sonrisa pesarosa se formaba en sus labios, sintió la presencia de la muerte a su lado, que venía a buscar a otra de sus victimas, pero nunca a ella. Hizo una inclinación de cabeza respetuosa a la cegadora y tras recibir un asentimiento de reconocimiento, se marcho del lugar, su cabello y abrigo ondeando tras ella.


Fin




Apasionada Oscuridad


Un par de ojos marrones estaban observando el majestuoso lugar, el techo pintando con el paisaje de un cielo despejado y soleado, en cuyo centro colgaba un hermoso candelabro de araña, sus pasos resonaban sobre los pisos de mármol brillante cubierto con alfombras persas debajo de los muebles, la mesa central de café y las sillas, pesadas cortinas borgoñas descolgaban sobre las ventanas cerradas, la madera de los pasamanos que venían desde el segundo piso al final de las escaleras estaba labrada de manera detallada como una enredadera, el fuego crepitaba iluminando la estancia de aquella antigua mansión desde la chimenea adornada con piedras dándole un aspecto rustico en medio de tanta elegancia, una joven de cabellos enrulados del color del trigo alzo su mirada acariciando con los dedos un marco de madera, observando el cuadro que descansaba en la pared sobre la chimenea, unos ojos bicolores ámbar y verdes, le devolvían la mirada desde un rostro masculino bien parecido, nariz estilizada, labios carnosos adornados por una sonrisa intrigante, el cabello negro como el ala de un cuerpo enmarcaba aquel semblante digno de un dios griego.

De repente las llamas bailaron crujiendo desde la chimenea, la gran puerta principal doble de madera tallada se abrió de golpe acompañada por una fuerte ventisca que hizo que las cortinas ondularan juguetonas, los pasos resonaron por todo el lugar, una capa negra ondeaba detrás de la figura masculina que accedió al salón brevemente rodeada por la neblina y las puertas se cerraron de nuevo, la joven que había estado contemplando el lugar anteriormente, estaba sobre un mueble de color champagne con bordados dorados en forma de flores en el que había caído, sus ojos abiertos de par en par por la sorpresa, su largo vestido victoriano oro y plata envolviéndola, en tanto el caballero vestido con ropajes elegantes, se acercaba a ella.

-Así me gusta encontrarte- la voz del pelinegro oscura y sensual hizo estremecer a la ojimarrón –A mi disposición- se acerco moviéndose como un cazador tras su presa, al estar frente a ella se inclino y le acaricio el rostro obteniendo como resultado que la dama cerrara los ojos reclinándose ante la caricia.

–Arbel- el aliento escapo de los labios rojos de la pelidorado en un murmullo.

-Elen- susurro el aludido, ubicándose entre las piernas de la joven –Mi dulce Elen- atrapándola en sus ojos bicolores que destellaron en los bordes del iris, inclinándose hacia a ella para atraparla en un beso apasionado y posesivo que le arrebato el aire –Eres mía, sólo mía- estableció con un todo de voz profundo e hipnótico, mientras la envolvía en sus brazos, para luego besar su cuello y hacerla vibrar por el repentino contacto de sus colmillos alargándose sobre la sensible piel -¿De quién eres preciosa Elen?- exigió Arbel deleitándose con su amada.

 –Soy… Soy tuya Arbel… Amado- Respondió temblorosa y jadeante.

 –Y siempre lo serás amada-  estableció satisfecho ante la respuesta –Mía, por la eternidad- decreto tras lo que clavo sus dientes en la piel satinada del cuello de su compañera haciéndola gemir atrapada en la vorágine de placer que se apodero de ambos, en tanto los rayos de la traviesa luna se colaron por la rendija de una ventana iluminando los cuerpos de los amantes eternos en su entrega.

Fin