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Siempre...

Siempre...

23 de mayo de 2016

“Oscura Redención”


Estaba en el fondo del agua, en la parte más profunda con la oscuridad enturbiando sus sentidos, respirar era imposible, el dolor un sufrimiento indefinible, entumecida la mente en su tenaz intento de escapar de la realidad, buscando una paz que nunca iba a encontrar, persiguiendo un  ideal que le quebraba el corazón a cada paso.

La presión que ejercía con sus dientes para evitar gritar entre cada marea de dolor, deteniendo al ariete que amenazaba con quebrar su intento de fortaleza, cada estertor la atacaba entre olas de sufrimiento persistente, sus pensamientos se dividían entre el limbo del olvido y en ese pequeño pensamiento que la hacia dudar de si valía la pena aquel sufrimiento, dejando atrás el mundo que conocía para sumergirse en el que ella desconocía, sin saber que se encontraba más allá.

Ya sus ojos estaban secos de lágrimas, esas gotas saladas que saboreo incontables veces... No, no dejaba nada atrás que le importara, pues ya lo había perdido todo, pensaba, no le quedaba nada por lo que continuar bajo los rayos del sol.

Poco a poco, los latidos de su corazón se estaban apagando, como el aleteo de una indefensa mariposa en garras del fuego mortal, el agua turbulenta manchada en carmesí era lo que podían ver sus ojos, a un paso de la fría señora de la muerte que la incitaba a seguirla, su gélido aliento le murmuraba al oído promesas de un destino, un lugar sin sufrimientos, ella escuchaba atenta sus promesas con una languidecida sonrisa en sus pálidos labios.

La luna se asomaba tímida entre las nubes noctambulas, a la distancia se podía percibir el sonido de los animales nocturnos, lobos, lechuzas, búhos, grillos y demás criaturas entonaban un cántico misterioso a la noche... La lluvia se precipitaba desde el cielo tintineando sobre las aguas y la neblina como una cortina se arremolinaba al rededor de la escena fantasmal que dominaba  el bosque.

La dama de la muerte sonrió casi con ternura, la joven se estaba entregando a esa penumbra que la devoraba lentamente, había algo, un secreto que detenía a la muerte de dar su zarpazo final, pero su paciencia se estaba agotando y se acerco despacio a la dama que yacía en las aguas oscuras para darle su beso último.

El silencio que se acercaba a lo espectral fue roto por unos pasos sobre el agua, la lluvia comenzó a danzar grácil con el viento y la neblina, la señora de la muerte dio marcha atrás con una mirada resignada, una sonrisa cómplice y un gesto cercano al cariño de una madre.

La joven del lago, sintió como el agua se deslizaba de su cuerpo y una calidez que desconocía le cobijo, con sus ojos oscuros entrecerrados observo una escena que pensó nunca vería, una mirada bicolor la atrapo en sus pupilas

-Perdona mi tardanza- murmuro una embrujadora voz masculina -Casi no llego y eso hubiese sido mi condena para la eternidad-

La chica sintió como su corazón latía de una manera que nunca lo hizo antes, aun débil acaricio ese rostro que parecía el de un mago antiguo con miles de secretos en esas pupilas claroscuras.

-Se que te parece imposible, pero aquí estoy... Te traigo secretos de la noche para que juntos los descifremos...- esos labios incitantes y dominantes se apoderaron de los femeninos ahora sonrosados -Por toda la eternidad...-

La joven sonrió cerrando los ojos mientras escuchaba -Eres mía y mi principal fin será tu felicidad mi amada, borrare todos tus sufrimientos y las huellas del dolor que has padecido- le respondió como si supiera lo que pensaba –Juro que estaré aquí cuando despiertes, ahora duerme tranquila en mis brazos, donde perteneces-.

Y ella se rindió confiada en esos brazos que le cobijaban amorosamente, entregándose gustosa a esa voz hipnótica escuchada miles de veces en sus sueños oscuros de amor. 

Apri Plenilunio
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