Volátilmente se discurren las horas del día entre los
dedos perdiéndose entre los escombros de los espejos los reflejos rotos de los
corazones, sedientos de amar y sin creer en el amor, o quizás buscando el amor
en todas partes para comprobar su existencia sin saber que en primero lugar
yace dentro de nuestros corazones en la forma original de aquel Dios que nos
amo tanto al extremos de dar la vida de su unigénito, el amor celestial que se
anida en los corazones humanos, en sus latidos distorsionados.
Si el amor que tenemos en nuestros corazones proviene de
Dios ¿Por qué no creemos en el amor?, ¿Por qué el amor humano está tan
sobrevaluado y sobrestimado como un mito nada más? Una ficción de los sentidos,
pero el amor está allí si no fuera así, no permaneciéramos aun en esté mundo ya
que gracias al amor estamos en el. Al amor de Dios, somos hechos a su imagen y
semejanza, ¿Por qué nos negamos a
nuestra verdadera naturaleza?
Tú te conoces más
que nadie, dentro de tus pensamientos y sentimientos yace la respuesta, en
algunos casos es el temor a amar y a ser herido, en otros es el orgullo junto a
la autosuficiencia y además la superficialidad que abunda en la actualidad,
fijándose sólo en el exterior no quiere decir que eso no cuente, si no que eso
no es lo primordial y ¿saben por qué? Porque al cabo de unos años eso se ira
desvaneciendo y al final se pudrirá, será alimento de los gusanos o leña para
el fuego, es una realidad tangible la belleza exterior no es eterna, pero la
interior, la del alma, nunca se acaba y es la que será revisada a la hora de
darle explicaciones al creador o a quien creas tu que tienes que dárselas, pero
al finalizar la vida daremos cuentas y seremos juzgados, lo que será tomado en
cuenta son tus acciones y la belleza de
tu alma, considéralo ya que, los seres humanos tenemos que abrir los ojos.
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