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Siempre...

Siempre...

17 de enero de 2018

Maldecida Vengadora


Aquella noche de luna nueva era cálida, el cielo estaba despejado y las estrellas tintineantes daban un espectáculo sobrecogedor, el viento suave removía las copas de los árboles de aquel parque levemente iluminado por las farolas dejando ver los bancos, los caminos empedrados que serpenteaban a través del césped, algunas maquinas de ejercicios y juegos para niños, el silencio predominaba en el lugar, a penas siendo atravesado por el canto de los grillos y el croar de las ranas desde un estanque en la plazoleta central, donde unas vistosas carpas de colores nadaban perezosamente.

La melodiosa sinfonía nocturna, de repente fue rota por el sonido de pisadas sobre las hojas secas de los árboles que cubrían algunas partes del camino y la grama verde bañada por pequeñas gotas de rocío, un suspiro se deslizo en la brisa nocturna, el  lugar parecía estar vacío, el ruido cambio al de un par de tacones golpeando sobre las lozas del camino, unos ojos oscuros observaron todo el lugar, buscando, las perfectas cejas se arquearon y los labios femeninos mostraron una mueca de frustración, el pálido rostro estaba enmarcado por un largo cabello cobrizo, el cual fue echado hacia atrás por una delicada mano de dedos largos gráciles, un anillo de oro adornaba uno de los dedos y las uñas largas estaban pintadas en rojo.

Se dio la vuelta entre fastidiada y aliviada ocasionando que el largo abrigo negro se moviera con el viento haciendo un sonido de fru-fru, en ese instante lo capto, el olor, una fragancia de madera y almizcle, bañada por una insana excitación ante la expectativa de realizar acciones dañinas, cerro los ojos concentrándose en el aroma, su anterior postura relajada cambio, pasando a una furtiva, sintió como sus glándulas salivales se activaron y se le hizo agua la boca, pestañeo mostrando un brillo rojizo en sus pupilas, como una felina al asecho, silenciosa, sigilosa, corrió hacia su presa sin hacer ningún sonido.

Un par de ojos grises abiertos de par en par le dieron la bienvenida, ocasionando que una sonrisa maliciosa se formara en sus labios rojos, le dio alcance a su presa, lo sujeto por los hombros, el hombre de cabellos castaños se removió asombrado no sólo por el repentino ataque, sino debido a la fuerza que poseía aquella que había pensado como una frágil figura de mujer, fácil de someter -¿Tenías planes pequeño humano?- Pregunto la seductora voz con un matiz dulce y amenazante a la vez,  claro que el sujeto los había tenido, pero no eran ideas agradables para una persona incauta, especialmente una mujer, que anduviese a horas tan tardías de la noche por aquel lugar solitario, el hombre no se atrevía a mirarla, algo en su fuero interno le advertía que no lo hiciera, quizás su sentido de auto preservación.

Una profunda risa que hizo que se estremeciera de pies a cabeza lo saco de sus cavilaciones, sintió el tacto de la pequeña mano sujetarle con firmeza por el mentón obligándole a alzar la cabeza, cerro los ojos como si quisiera protegerse de medusa para que no lo convirtiera en una estatua de piedra –Abre los ojos- Ordeno la cautivadora voz y no pudo resistirse, al obedecer se encontró con un hermoso rostro, al alzar la mirada para ver más arriba, quedo atrapado en un par de ojos que parecían dos rubíes brillantes –Oh, oh estropee tus planes- Murmuro en una disculpa burlona la hermosa mujer –Lo siento- Un escalofrío lo hizo temblar, ella no lo sentía, por supuesto que no, una sonrisa feral dejo ver los colmillos alargándose hasta rozar los jugosos labios rojos, la rosada lengua acaricio las puntas afiladas –Haz sido un chico malo- estableció en juguetona burla.

El hombre paso saliva emitiendo un ruido sonoro y la sonrisa se amplio en el rostro femenino –No deberías tener miedo- dijo con voz amenazadora –Haz hecho cosas peores a tus víctimas- los ojos grises se abrieron como platos ¿Cómo lo sabía? Se pregunto mentalmente sin ser capaz de emitir palabra, una caricia en su rostro lo saco de sus pensamientos –Lo sé, lo sé… Sé lo que haz hecho- Canturreo la mujer –Y te mereces esto- su tono de voz dulce cambio a uno lleno de peligro  -Te mereces más que esto-  le dijo tomando mechones castaños en un puño, ejerciendo presión inclino la cabeza hacia un lado para dejar expuesto el cuello, el sonido y la sensación de su profunda inhalación ocasiono que el sujeto que aferraba entre sus brazos, se estremeciera de miedo.

-Sí, la mezcla perfecta- Susurro la mujer sobre la piel expuesta tras lo que paso la lengua sobre la zona –Pobrecillo humano perdido- chasqueo –Eres realmente un monstruo- Percibió una mirada incrédula proveniente de su victima –Oh sí, no me mires así- Apretó el agarre en el cuello arañando un poco con sus uñas –Yo sé de eso, así que… Pequeño humano cruel ¿Acaso puedes quejarte de morir en mis brazos después de lo que le hiciste a tus víctimas?- pregunto realizando una mueca de incredulidad –Yo creo que no- Arrullo, se inclino de nuevo y clavo sus colmillos en la piel, el hombre lucho, pero ella apretó su presa, de la que no se pudo soltar y su grito hizo eco en todo el lugar. La dama de la noche bebió aquel líquido rojo con gusto calmando su sed, si  iba a cegar vidas humanas para calmar sus ansias de sangre ¿Por qué no tomar la de aquellos monstruos que a su parecer eran peor que ella? Violadores, pedófilos y afines.

Al sentir como los latidos se hacían cada vez más lentos, que el corazón comenzaba a fallar, el leve tamborileo, ya sin sangre para bombera, se detuvo y el último aliento broto de aquellos labios, lo soltó, lo que ocasiono que el sonido del cuerpo al caer sobre el césped resonara.
Limpiándose la boca mientras una sonrisa pesarosa se formaba en sus labios, sintió la presencia de la muerte a su lado, que venía a buscar a otra de sus victimas, pero nunca a ella. Hizo una inclinación de cabeza respetuosa a la cegadora y tras recibir un asentimiento de reconocimiento, se marcho del lugar, su cabello y abrigo ondeando tras ella.


Fin




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