No puede
llorar, ni reír, le duele cantar para que nadie pueda escuchar, no puede
hablar, ni callar... En medio de una marejada turbulenta de lágrimas
congeladas, las aguas frías atraviesan su piel como dagas aceradas, el dolor le
llega hasta los huesos, el silencio es tan sobrecogedor como el brillo de
aquellos ojos borgoñas que le perturbaron en sus pesadillas.
Gotean
sobre las páginas de aquella historia, que nadie quiso escuchar, la sangre de
un corazón, cansado y adolorido, que no puede, aunque quiere, llorar... Quizás
porque el agua salada que brotaba de aquellos pozos oscuros se congelo en el
centro mismo de su alma, no puede reír porque la risa le corta el aliento, le
quita el oxigeno que al parecer, aún necesita...
Su grito
rompe la noche, bajo la luna y las estrellas... Su angustioso llamado hace eco
en la oscuridad...
Apri Plenilunio
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“Paraísos Oscuros”