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Siempre...

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31 de marzo de 2011

****El Caballo de Metal de Destino***



****El Caballo de Metal de Destino***

Una joven de aproximadamente 25 años, piel morena, cabello negro, ojos ámbar, quien iba en un autobús de vuelta a su país, rumbo a casa, tras despedirse de el, el hombre que le había robado el corazón, al que no le puedo decir que lo amaba porque… Eso era lo que se preguntaba en tanto veía el paisaje de la ciudad en que había permanecido varios días, en la que había paseado con el, ella sólo se podía responder, es que me dio miedo que no sintiera lo mismo que yo, además al hacerlo podría haber arruinado nuestra amistad, quería escucharlo de su boca, la joven vio su reflejo en el cristal -¡Que tonta!- se dijo, recordando la imagen del joven alto de ojos grises, cabello negro y piel blanca cuando se despidió de el e inevitablemente rodaron lágrimas por sus mejillas.

En tanto ella estaba sumida en sus pensamientos, una moto se acerca al autobús y pita al lado de la ventada de la joven, ella voltea y se levanta súbitamente de su asiento, -¡Es el!- exclamo sorprendida -¡Darío!-, el le decía algo pero ella no lo escuchaba.

Ella se dirigió al conductor del autobús y le dijo: -¡Por favor deténgase!- el le responde –No puedo, esta no es una parada- la joven no sabia si estaba emocionada, preocupada o asustada –Tengo que bajarme aquí ¡Es urgente!- el conductor le reitera –Esta no es una parada- ella insiste -¡Por favor! ¡Es una emergencia! – el hombre al ver su desesperación se detuvo y abrió la puerta, ella se bajo y cruzo la calle sin siquiera ver los autos que pasaban, Darío detuvo la moto preocupado por ella, la joven se acerco al joven de ojos grises y se lanzo a sus brazos.

Darío: Anai ¿Estás loca? –Le dijo exaltado al verla como cruzo la calle sin ver los vehículos que transitaban por allí- ¡Pudieron atropellarte!

Anai sonríe -¿Hasta ahora lo notas?- le dice mirándolo fijamente a los ojos sonriéndole -¡Estoy loca por ti!

Darío la abraza –Entonces ambos estamos locos, porque yo lo estoy por ti- le dice rodeándola con sus brazos.

-¡¿De veras?!- dice Anai con sus manos sobre el pecho de Darío y sonriendo ampliamente.

-¡Te amo Anai! – le dice para luego besarla.

-¡Yo también te amo!- Dice Anai sonriente, entregando sus labios al beso que tanto ansiaba.

Anai –dice Darío un poco menos seguro- Parecerá apresurado –respiro profundo- Pero ¿te casarías conmigo?

¿Darío? –dice ella sorprendida-

No quiero dejarte ir de mi vida –agrega Darío- ¿Quieres pasar tu vida conmigo?

Y yo no me quiero ir de tu lado –agrega ella con una sonrisa y lágrimas de alegría- Sí quiero que pasemos juntos nuestras vidas.

-Ven conmigo- le dice Darío a la mujer de ojos ámbar, ofreciéndole su mano.

Sí –le dice Anai tomando su mano y subiendo a la moto-

Darío sonríe apoyando su mano sobre las de Anai que lo abrazan y dice: Te amo mi dulce Anai.

Anai con su rostro apoyándose en la espalda de Darío, son sus brazos rodeándolo, con unas lágrimas furtivas –Y yo te amo a ti mi intrépido Darío-

Así es como Anai y Darío, van rumbo a seguir el camino de su amor el que dicta sus corazones, sobre el caballo de metal que ha dispuesto el destino, para que sea el corcel del amor.


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