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Siempre...

Siempre...

20 de febrero de 2018

Susurro de la Oscuridad


Las nubes se arremolinaban alrededor de la luna, el viento soplaba helado, tanto que calaba hasta los huesos, los susurros de la noche danzaban traviesos en alas del aire, el frío absorbía los sonidos en aquella noche silenciosa, un cuerpo se estremecía temblando, unas manos femeninas morenas envolvieron la capa azul que llevaba encima, su aliento creaba una nube de vapor, sus pasos eran cadenciosos, como si danzaran con una música secreta, de confusión, de incertidumbre.

-¿Qué hago aquí?- Cuestiono a la nada la joven alzando el rostro para contemplar a la luna cada vez más oculta entre las nubes oscuras, como si quisieran devorarla entre sus  fauces para traer la oscuridad total -¿Por qué?- Pregunto mientras un nuevo estremecimiento la recorría entera, trato de calentar sus manos heladas con su aliento, detuvo su marcha a medio camino, las sombras se cernían a su alrededor como si quisieran atraparla.

-La oscuridad me quiere atrapar- Murmuro cerrando los ojos, un vendaval repentino la azoto y la capucha que llevaba sobre su cabeza cayó, dejando al descubierto un largo cabello negro azulado sujeto en una trenza suelta, la cual parecía que sería deshecha por el viento en cualquier momento  -¿Qué puedo hacer?- Susurro con un tono de voz que aparentaba poseer un matiz neutral, pero en realidad era melancólico y confundido –Me rodea y quiere devorarme- tras esas palabras soltó un suspiro  de rendición, abriendo los brazos dijo -¿Por qué quieres adueñarte de mi alma oscuridad? Cuando soy… ¿Qué soy?- Negó con la cabeza en tanto una sonrisa triste se formaba en sus labios rojizos –No, ¿Quién soy?- agrego hacia el vacío gélido de la noche.

-Nada, la nada absoluta, la sombra y la oscuridad, me envuelven ¡Me envuelve!- Grito a la noche mirando hacia la luna como quien busca auxilio y redención, negó con la cabeza ocasionando que los rizos de su cabello ya desatado por el viento, se agitaran en medio de la oscuridad, brillando mágicamente en medio de la noche, se abrazo a si misma -¿Qué es lo que quieres?- soltó con voz estrangulada a la nada.

-Entrégate- escucho como una  misteriosa voz femenina le invitada y luego soltaba una risita traviesa que poseía en el fondo un tinte oscuro –Así descansaras de este mundo que tanto te ha agotado- tentó insistentemente.

-¿Por qué la oscuridad quiere adentrarse en mí y dominarlo todo?- Dijo confundida, adormecida, congelándose.

-Porque la oscuridad no es nada sin la luz- Respondió una oscura y envolvente voz masculina.

La joven alzo la mirada, ocasionado que sus ojos verdes quedaran enganchados a una mirada gris con un pequeño brillo rojo en sus profundidades, ella contemplo la figura que tenía en frente suyo, un hombre envuelto por un capa negra que parecía un halo a su alrededor, unos cabellos casi plateados enmarcaban una cara pálida, era alto, con porte elegante y una sonrisa torcida adornaba sus labios.

El recién llegado extendió su mano en un ofrecimiento y una petición a la vez, la joven se acerco a él con pasos dudosos, el rubio dio el último paso tomando la mano temblorosa de la pelinegra, cuando ella la aferro, la acerco hacia su cuerpo atrapándola en un abrazo –Te encontré- Murmuro como si un gran alivio se hubiese instalado en su pecho, la joven sintió que había llegado a casa, las sombras les envolvieron y desparecieron en un resplandor plateado en medio de la noche, con la luna como testigo de su encuentro, ambos, con su luz y oscuridad agitándose en su interior, aleteando tentativamente en una danza que los entrelazaba.

-Me encontraste- Fue el susurro femenino que quedo tras ellos atrapado en medio de la noche oscura, ambos entrelazados en lo que es y no es, la penumbra dio paso a la luz, así eternamente seguirían su camino, ella dividida entre entregarse a aquella oscuridad que le susurraba tentadora e invitadora, él escuchando su llamado y algún día ambos, se entregarían a las penumbras, siendo la claridad en una noche sin luna, entre los misterios y las leyendas.


Fin

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17 de febrero de 2018

Funesta Oscuridad


Oscura y silenciosa era la noche, el viento frío soplaba agitando suavemente las copas de los árboles que parecían moverse con vida propia, los grillos entonaban una melodía secreta, el sonido del agua corriendo se unía a la sinfonía, la luna llena se reflejaba majestuosa sobre el espejo cristalino que era el río, las hojas de los árboles parecían crear una alfombrar sobre la tierra húmeda.

La tranquilidad de la noche, fue rota por unos pasos acelerados rompiendo las hojas y un corazón agitado que golpeaba dentro del pecho femenino de una joven que caminaba con pasos acelerados buscando refugio, la capa que llevaba sobre sus hombros se agitaba y la capucha cayó de su cabeza dejando apreciar unos cabellos del color de la miel, sus blancas manos temblorosas rápidamente la pusieron de nuevo en su sitio, la respiración se le escapaba en jadeos convirtiéndose en pequeñas nubes al chocar con el aire gélido que la rodeaba, sus ojos verdes miraban nerviosamente a todos lados encontrándose con un hermoso paisaje de tonos negros, grises y plateados, que en ese momento no podía disfrutar, pues sentía que era observada por un ente maligno.

El sonido de una rama siendo rota la alarmo, acelero la marcha al notar que ya estaba cerca del poblado al cual se dirigía, de repente un escalofrío como nunca lo había sentido se apodero de su cuerpo, los bellos de su nuca se erizaron y el corazón le trono desbocado, al percibir un aliento gélido que le acaricio el lado derecho del rostro.

Sin saber que esperar giro su rostro, para encontrarse con unos ojos que la miraban llenos de maldad y cargados de odio en contra del mundo, ella estaba paralizada, atrapada en aquella mirada roja como la sangre llena de codicia, tembló de pies a cabeza, cuando sintió aquellas manos de uñas amarillas afiladas como garras atrapar sus brazos como grilletes, emitió un grito desesperado y lleno de terror.

Como respuesta el ser malvado que estaba ante ella soltó una risa sádica como uñas arañando una pizarra, de la boca de su atacante escurría saliva, entre sus dientes amarillentos destacaban dos colmillos que parecían alargarse cada vez más como si estuviesen vivos, con un último intento por escapar de un funesto destino, la joven se agito tratando de soltarse del agarre al que era sometida, lo que pareció inútil.

“Tonta humana” Emitió la chirriante voz que le lastimo los oídos “No tienes escape débil criatura, eres sólo un ser insignificante, en mis manos, manos de un todopoderoso inmortal” Su risa estridente ocasiono que el aliento fétido, muestra de las vidas arrancadas por aquel ser malvado, golpeara su rostro ocasionándole nauseas.

Sintió como la saliva comenzaba a caer por su cuello, la capa le fue arrancada, las afiladas uñas cortaron su piel y los colmillos mordieron su carne destrozando a su paso, un dolor atroz la golpeo mientras la vida le era arrebatada en brazos de un monstruo como el mundo no había visto igual. La luna y la noche fueron testigo de cómo, con su último aliento murmuro “Me puedes quitar la vida, pero mi alma no dejara de existir” como una promesa a futuro de que ella si tenía oportunidad, pues el alma de él ya estaba condenada.

El cuerpo femenino drenado de sangre golpeo la tierra, mientras el líquido vital goteaba desde la boca de aquel ser siniestro, un místico cántico se deslizo en el viento, en tanto un alma se elevaba hacia la siguiente vida, el grito desgarrador que irrumpió en la noche fue tan terrible que hasta la tierra se estremeció.

Fin

12 de febrero de 2018

Oscuro Misterio


Aquel respiro, aquel aliento, dolía como miles de cuchillas atravesando mi carne, filosas e insidiosas como veneno corroyendo, cada jadeo era apenas la punta del iceberg del dolor que se apoderaba de mí ser, mis manos trataban de arrancar el corazón de mi pecho frenéticas en un intento por detener aquel tormento, pero estaban aferradas por brazos de hierro. Sentía como mi cascara se contorsionaba, convulsionaba, pero era sujeta por cadenas invisibles ¿en realidad existían?

Mis ojos buscaban frenéticos, pero no encontraban más que oscuridad, se cernía sobre mí, me cubría como una capa ¿Qué sucedió para que todo estuviera así? Sólo podía escuchar respiraciones entrecortadas que se esforzaban una tras otra y el aliento que escapaba como un siseo, pero no sabía de donde venían aquellos sonidos, mi cuerpo temblaba, casi parecía que se deslizaba por la superficie sobre la que estaba.

Me congelaba, pero ese hielo también quemaba, quería gritar pero algo me acallaba, no podía, quería rogar ¡Quiero rogar!, ¡Déjenme morir! Estaba dispuesta a suplicar, me di cuenta que una mano acariciaba mi frente despejándola de cabellos húmedos por un sudor que no sentía sobre la piel, entonces comprendí de quien era cada respiración, los siseos amenazantes eran de la persona que me ofrecía sus caricias en un intento de consuelo y la respiración forzada era la mía.

Percibí un movimiento alarmado a mí alrededor, cuando mis pulmones trataron de negarse a seguir funcionando bajo tal agonía, pero aquellas manos que se agitaban sobre mí como mariposas, no querían dejarme ir, era como si no quisiera que me escapara como agua entre sus dedos.

Escuchaba palabras que llegaban a mi distorsionadas, pues no podía concentrarme gracias al dolor para poder entenderlas, pero aunque fuese increíble, aquella presencia que se aferraba a mi, tratando de sujetarme a su lado, me dio fuerzas para seguir resistiendo aquella tortura, mi respiración comenzó a acompasarse y mis latidos parecían buscar estar en sintonía con los de la persona que me ataba a la vida.

Poco a poco, el hielo junto a su resquemor se alejaban de mi, era como si me quitaran un gran peso de encima, lentamente y con algo de esfuerzo comencé a abrir los ojos, acostumbrándome lentamente a la luz, una figura empezaba a dibujarse ante mi, pude escuchar como soltaba un suspiro aliviado, aquel sujeto acariciaba mi rostro con tanta adoración que me asuste y lágrimas traicioneras se escaparon de mis ojos.

“Has vuelto” Me murmuro aquella voz profunda e hipnotizante, cuando al fin pude acostumbrarme a la claridad, me encandilo su sonrisa y sin poder evitarlo siquiera, conteste con una propia. “Amor” insistió él, con sus hermosos ojos verdes observando detenidamente mi rostro, parpadee confundida, contuve el aliento cuando cientos de imágenes iniciaron su desfile por mi mente, entendí que eran recuerdos.

Aprovechando que mi cuerpo comenzaba abandonar su adormecimiento, moví los dedos, levante mi mano y la acerque a aquel rostro un poco pálido, apenas pude acariciar su mejilla, él giro el rostro para depositar un beso sobre mi palma, para luego sujetar mis dedos. Quede atrapada en su mirada y lo recordé, era la otra mitad de mi alma, yo era la suya, eso me dijo y descubrí que era la verdad. Pues nunca cesó su lucha por mí.

“Amado” murmure sin prestarle atención a mi voz cantarina, ni a los hermosos aullidos que los lobos entonaban a la distancia, él se inclino hacia mi buscando unir nuestros labios, sentí como me rodeaba en un abrazo y nuestros corazones se sintonizaban. Yo había vuelto a sus brazos, eso era todo lo que importaba.

“Ahora la noche es nuestra” me dijo como una promesa “Para siempre”

“Para siempre” le conteste yo.

Ya sintiéndome dueña de mi cuerpo, intente incorporarme recibiendo ayuda inmediata, juntos, nos dirigimos a la noche tachonada de estrellas, la neblina nos daba la bienvenida, observamos la luna llena en el cielo, como testigo mudo de nuestro juramento, porque ahora, junto a él, sería una leyenda, un misterio.

Fin

4 de febrero de 2018

Ladrones en la Oscuridad


Era una noche levemente iluminada por la luna creciente, el aire frío soplaba de manera agradable, el silencio no era absoluto gracias al canto de las criaturas que hacen vida en las horas oscuras, en un sendero de tierra que se extendía a través de las calles a las orillas del bosque, se podían escuchar los pasos de un hombre que buscaba la oportunidad de adueñarse de lo ajeno, ante sus ojos castaños se presento una mansión que parecía tendría a resguardo en sus paredes riquezas incalculables.

El hombre ávido por un buen botín se acerco a su modo sigiloso a la propiedad, saboreando el éxito al notar que no había ninguna luz encendida en el lugar y por lo tanto suponiendo que ninguna persona estaría despierta allí, se regodeo en satisfacción cuando con uno de sus trucos abrió la puerta principal, despacio se adentro en el recinto, sus ojos brillaron ambiciosos al contemplar la riqueza del lugar y se dispuso a sacar una bolsa para introducir todo lo que pudiese.

Ante si, se encontró con candelabros de plata, obras de arte colgando de las paredes, vasijas de culturas antiguas, pero lo que más llamo la atención del sujeto fue un brillo dorado proveniente de un rincón de la estancia, el cual siguió como una mariposa a la llama, camino lentamente acercándose al lugar del que provenía aquel resplandor en tanto metía todo lo que le parecía de valor en su bolsa. Luego de algunos pasos dio con una rendija en la pared de la que se escapaba la luz dorada, con ansiedad se acerco, coloco sus manos en la madera, introdujo sus dedos en la ranura y tiro, ocasionando que una puerta oculta se abriera.

Se escucho un jadeo de sorpresa cuando el hombre entro en una estancia que sería el sueño de todo ladrón, el piso estaba cubierto no sólo por monedas de oro, habían joyas, piedras preciosas, cofres llenos de tesoros, tanto que parecía el hallazgo de un tesoro pirata, con las manos temblando de la emoción y una sonrisa de satisfacción en su rostro codicioso comenzó a tomar cuantas cosas pudo hasta llenar el saco, pero cuando eso no le satisfizo también se dispuso a atestar sus bolsillos.

Estaba tan entretenido en su labor que no escucho cuando la puertecilla secreta se cerró a causa de una extraña brisa, la lluvia de monedas que se deslizaron desde una de las bolsas de terciopelo que habían en el lugar, al fin llamo su atención, las llamas de las velas que adornaban las paredes desde candeleros de oro bailaron de un inexplicable modo amenazante, el hombre sintió de pronto un escalofrío y el miedo que se metía debajo de su piel. Colocándose el saco sobre el hombro decidió que era momento de emprender la retirada, a paso rápido se dirigió a la entrada y nerviosamente puso su mano sobre la madera para abrir.

“¿Te vas tan pronto?” Escucho una voz angelical a sus espaldas, sorprendentemente ese sonido lo hizo ponerse en alerta, abrió la puerta y justo cuando iba a salir, una mano delicada se lo impidió cerrándola de nuevo “No, no, no…” negó la dulce voz.

Ya sin poderse resistir el hombre volteo, sus ojos se abrieron de par en par ante la belleza que tenía en frente, piel de porcelana, cabello rubio en ondas, labios rojos e invitadores, un cuerpo esbelto y curvilíneo, se detuvo tanto en aquellos detalles que no presto atención a todos “Es de mala educación no mirar a la cara a quien te habla” Regaño la mujer, obteniendo la atención del hombre a su rostro y por tanto a sus ojos, un jadeo de miedo salió de la boca del sujeto al contemplar las orbes sangrantes.

“Ahora que tengo tu atención ¿Pensabas que te saldrías con la tuya?” Esa voz melodiosa y suave fue más amenazante que un grito de guerra, embargado de estupor el hombre bajo la mirada mientras negaba con la cabeza “Yo… Yo pensé que no había nadie… Que estaba… La casa…”

“¿Abandonada?” Ofreció la mujer dejando salir de sus labios una risita tintineante “No trates de engañarme pequeño humano” Con paso lento y seguro, como un felino ante su presa se acerco, coloco su mano bajo el mentón del hombre para que la mirara a los ojos “Huelo la mentira, como tu miedo y la alegría que sentiste cuando pensaste que la casa estaba sola” negó con la cabeza causando que sus rizos dorados se agitaran saltarines mientras reía burlona, el ladrón quiso desprenderse de aquellos ojos rojos que lo tenían atrapado “Intentar huir no te servirá de nada, estás atrapado” Murmuro la rubia cada vez más cerca del sujeto “Viniste a robarme, pero ahora yo te robare la vida” halando los cabellos oscuros de su presa inclino su cabeza dejando expuesto el cuello masculino, se inclino y mordió, succionando el líquido vital de su victima, quien se debatía entre sus brazos para liberarse, sin éxito alguno. El saco cayó al suelo, las monedas repiquetearon, un grito reverbero amortiguado en el lugar y una risa cantarina cerro la melodía final de un corazón que dejaba de latir.


Fin

La Muerte y Yo



¿Alguna vez has visto a la muerte a los ojos? Y no me refiero a tener una experiencia cercana a la muerte, que va, dejo esta pregunta para aquellos quienes quizás, han podido escuchar el susurro de la muerte comentándoles al oído, dejándoles percibir su fragancia a flores, de esas que son dejadas en los cementerios frente a las lapidas de aquellas personas que ya han sido llevadas a otro lugar en brazos de la cegadora de almas.

Sus pasos son silenciosos, pero sabes que está allí aguardando por el momento exacto para tachar al siguiente de su lista, puede que a veces su presencia te asuste y otras el sentimiento sea más de resignación, es sobrecogedora su presencia ¿Verdad? Mientras mis ojos observaban la noche acercarse a su momento más oscuro, ella me seguía murmurando, en tanto yo le devolvía una sonrisa triste y melancólica.

Estaba sola tanto como yo, pero a veces trataba de ignorarla, aunque no dejaba de hablar, puesto que no tenía con quien más hacerlo como lo hacia conmigo, deje escapar un suspiro que se convirtió en una pequeña nube de vapor en el viento, le dirigí una mirada interrogante “¿Por qué me persigues?” le pregunte, la muerte simplemente se encogió de hombros en señal de que tampoco entendía del todo nuestra comunicación. Aunque existía una sospecha intangible, pues a pesar de que ella era la que dirigía a las cegadoras por ser la primera y por tanto la líder, no era la única, tenía ayudantes para poder abarcar a todas las almas existentes y por existir.

En un segundo la noche pareció agitarse y ella señalo hacia un lugar en medio de la oscuridad con su guadaña cuyo filo brillo bajo la luz de la luna, preferí permanecer en las sombras mientras la observaba realizar su trabajo, pude escuchar como el hilo de aquella vida fue cortado y un hálito final floto en la brisa nocturna.

Pude percibir en el aire el perfume de otra persona que venía de una dirección opuesta a la que estábamos, seguramente se encontraría con el cuerpo ya sin vida pues el alma estaba al lado de la muerte, sin ganas de verme involucrada con el encuentro del cuerpo por el otro humano, di un salto para subirme a un tejado.

La muerte volvió a mi lado y yo gire mis ojos, “¿En serio?” Le dije. Ella a penas se encogió de hombros, causando que dejara escapar el aliento de forma pesada de mis pulmones. Cuando estaba decidida a volver a mí… Casa, por llamarla con algún nombre, la que ahora estando tan vacía parecía más bien una prisión, en un intento por alejarme un rato de su presencia, me detuve cuando sentí una mano fría como el hielo sobre mi hombro.

Parpadee confundida ante las imágenes desarrolladas en mi mente, pude ver una pistola con humo saliendo de su interior como si hubiese sido recién usada, me percate de que una bala de plata se incrustaba en mi corazón, luego me vi caer al piso y en un instante un último aliento se escapo de mi cuerpo.

A penas fui consiente de cómo la mano fría se aparto de mi hombro, le dirigí una mirada acusadora a mi acompañante, ¿Cuántas veces más me mostraría aquellas escenas?, ¿Qué propósito tenía al mostrarme una vez tras otra las muertes de quienes tachaba de su lita?, ¿Por qué me dejaba ver como sería mi muerte pero no la había ejecutado hasta el momento? Si ambas sabíamos que estaba condenada a no escapar de aquella media vida en la que estaba atrapada, sola, sin mis perdidos compañeros de viaje.

“¿Qué cruel juego es esté?” Le cuestione enojada, ella dejo escapar una risita casi infantil que no me dio buena espina, extendió su guadaña hacia mi en invitación para que la tomara, yo la vi con ojos llenos de alarma, mientras el silencio de la noche era roto por el sonido de una ambulancia y sus luces parpadeantes iluminaban la calle en búsqueda del anterior cuerpo caído.
Tragando saliva ruidosamente di un paso hacia atrás mientras ella insistía en su gesto, negué con la cabeza aturdida, con indiferencia dejo de nuevo aquella cosa filosa a su lado con un encogimiento de hombros, mientras se desvanecía pude escuchar su voz, que siempre me asombraba debido a su matiz maternal, diciéndome “Pronto, mi niña, pronto serás una de nosotras”

Sus palabras resonaron tras ella, era la primera vez que me molestaba que se fuera, dejándome con aquella sensación de incertidumbre en mi corazón, ¡No era posible! Sacudí la cabeza en negación, aunque sabía que no podía evitar mi recién descubierto destino, por mucho tiempo. En aquella carrera entre la vida y la muerte, marcada por el compas de las manecillas del reloj en forma de filosa guadaña ejecutora de los minutos y segundos, deje escapar un suspiro con resignación marchándome de aquel lugar, con un nuevo conocimiento que me daba dos certezas, la primera era que moriría gracias a una bala de plata y la segunda, más sobrecogedor, era que sería responsable de llevar una guadaña no mucho después de ello.

Fin

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