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Siempre...

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17 de septiembre de 2012

“PACTO NOCTURNO”



Firmado En Carmesí

Era una noche oscura y fría, la neblina serpenteaba creando figuras fantasmales por las calles aledañas al bosque de arboles y vegetación frondosa, el silencio era profundo y ominoso. La luna llena dominaba el cielo nocturno acompañada por las titilantes estrellas, la nieve cubría todo lo que tenía a su alcance dejando una alfombra blanca y fría a su paso, todo era quietud en medio de una escena en que la neblina como nubes que han bajado del cielo reptaban en el bosque, saliendo de el, al encuentro de la carretera.

La suave brisa agito las copas de los árboles, ocasionando que la nieve acumulada en ellas se precipitara al suelo del bosque como una cascada blanca que brillaba bajo los rayos de la luna, se escucho el canto de un búho rompiendo el profundo silencio, luego a la distancia se pudo escuchar el aullido de un lobo, casi un quejido armónico que se deslizo en el viento subiendo hacia el cielo profundamente oscuro y precipitándose sobre el suelo del bosque, luego la ausencia de sonido se hizo presente nuevamente.

El sonido de pisadas en una carrera apresurada irrumpió en la espesura del bosque, el movimiento ocasionaba que el aire se agitara haciendo que la neblina se moviera súbitamente… De repente, un grito agudo corto el silencio de la noche como la navaja a una hoja de papel, luego la inmaculada y blanca nieve, fue salpicada por una mancha roja contrastando de manera intensa con la blancura del tapiz que se extendía sobre el pasto escondido bajo esta.

Envuelta por la neblina como si de un manto se tratara una criatura nocturna sostenía a su presa, marcándola, envenenándola…. Maldiciéndola…

El silencio domino nuevamente el bosque en la antesala de algo, como esperando ser testigo de un acontecimiento extraordinario, la luna llena ilumino el claro del bosque, la neblina se movía como si tuviese vida propia… Se escucho el aullido profundo de un lobo con pelaje de color predominantemente marrón semejante a la canela anunciando su llegada al bosque, seguido instantáneamente por un aullido nuevo casi tintineante de una loba negra, el lobo marrón aulló nuevamente a modo de bienvenida y quien no supiera que era algo imposible, podría ver la sonrisa en la mirada del can, a su vez vería que obtenía como respuesta una mirada cálida y alegre del canino negro.  

En un correteo apresurado la loba negra siguió al lobo marrón, trotando juguetonamente explorando su entorno, se alejaron del claro del bosque dejando tras ellos una mancha de sangre brillando bajo los rayos de la luna como si de un pequeño río carmesí se tratase, sobre la anteriormente pulcra nieve blanquecina… Tras unos segundos las figuras peludas, se perdieron entre la neblina y los arboles, el sonido de sus huellas se fue amortiguando hasta que desapareció, al igual que las hermosas criaturas rodeadas de leyenda y misterio, fueron absorbidas en un abrazo por el manto negruzco de la lúgubre noche.

El canto de los pájaros anunciaba el inicio de un nuevo día, mientras los rayos del sol se deslizaban sobre la nieve, el bosque, los arboles, dejando ver una hermosa imagen de matices multicolores, el bosque se despertaba, los animales empezaban su día… El sonido de unos pasos sobre la nieve que se empezaba a derretir por el sol y la pronta llegada de la primavera, hizo que algunos conejos que estaban frente a una cueva huyeran, el sol dio de frente a dos figuras que salieron de la protección de la sombra de los arboles, las cuales se acercaban a la cueva. Un hombre alto, de piel clara, cabello color chocolate sujeto en una coleta, gallardo, con andar elegante caminaba de la mano con una joven morena, más baja que el de cabello negro, lizo y largo, suelto danzando con el viento. 

Intercambiaron una sonrisa cómplice, el hombre acaricio con un movimiento casi reverente el rostro de su compañera quien le regalo una sonrisa y una mirada chispeante en sus ojos grises -Lo siento- dijo mientras acariciaba una especie de cicatriz causada por la mordedura de un animal salvaje, en el cuello de la joven, ella coloco su mano sobre la de él y le respondió -No hay nada que lamentar amor mío, era la única forma- el asintió atrapándola con su mirada carbón y le respondió -Pero me hubiese gustado que no quedara marca y además no merecías tal maldición…- ella le sonrió con ternura -Para mi es un tatuaje que nos recordara que no aceptamos los tontos limites que parecían hacer meya en nuestro amor y no es una maldición es una bendita forma de romper las limitaciones que intentaban separarnos- el sonrió con cariño -No hay límites para nuestro amor- la morena se puso en puntillas rodeando el cuello de su compañero, el en entendimiento se inclino acunándola entre sus brazos y sellaron la muda promesa con un beso. -Es hora de dormir- dice el hombre guiándola dentro de la cueva -La verdad ya me esta dando mucho sueño- responde la joven con voz juguetona    -Después de todo la noche ahora nos pertenece- dice con su voz aterciopelada su compañero, luego del sonido de su tintineante risa femenina, seguida por la profunda de su acompañante se perdieron dentro de la cueva.

Desde esa noche bajo la luna llena y la neblina del bosque espeso, profunda, un lobo marrón ya jamás viajara sólo pues es acompañado por una loba negra y ahora juntos le cantan a la madre luna sus misteriosas melodías. Pronto la manada crecería y el bosque estaría nuevamente lleno de lobos…

Si algún día escuchas la sinfonía de lobos en un bosque, puede ser que allí vivan un lobo marrón y una loba negra, con su familia, su manada rigiéndola como dos lobos alfas… Por muchas noches, perdidas en una breve eternidad.

Así fue como la mancha de sangre sobre la inmaculada nieve, como la firma de un pacto eterno dio inicio a los paseos nocturnos de dos lobos, dos almas gemelas, dos amantes eternos… Pues a veces “la muerte” es sólo un nuevo comienzo.

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