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Siempre...

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25 de enero de 2018

El Abrazo de la Noche


El cielo estaba plagado de estrellas tintineantes, la brisa de la noche era fresca, los sonidos nocturnos arrullaban a los que dormían y animaba a los que bajo su manto habitaban a despertar, se podía respirar la tranquilidad que se deslizaba como ondas sobre las casas, el silencio era roto por el canto de los grillos, el sonido de los murciélagos en sus vuelos juguetones y el ladrido fugaz de los perros a la distancia.

En una calle solitaria a penas iluminada por la luz de algunas farolas de repente se pudo ver un figura femenina envuelta en una capa celeste, sus pasos indecisos resonaban acompasadamente sobre la acera, agito la cabeza en negación, tapándose los oídos y alzando la vista hacia el cielo, su aliento fue cortado por el mágico paisaje a su alrededor, la luna llena casi tímida salió detrás de una nube traviesa que se había colado en el firmamento, sus manos cayeron a los lados, mientras escuchaba esas palabras tentadoras que le traía el viento de la noche.

-Entrégate- Susurraba aquella voz incitante -Deja que te rodee en mi abrazo- le invitaba.

La joven, ya rindiéndose decidió contestarle a la voz -Tengo miedo- confeso, mientras sus ojos claros como el agua buscaban el lugar de donde procedían aquellas palabras, sin resultado.

Una risa cantarina floto a su alrededor -¿Qué te asusta?- Cuestiono divertida la voz  -Sólo quiero resguardarte entre las sombras, para que puedas descansar- Invito en un tono de voz maternal.

La joven se mordió los labios, dudosa y murmuro –Pero, sólo un rato- el viento soplo un poco más fuerte jugueteando con sus largos cabellos marrones.

-Entrégate- Pidió la voz con un toque de alegría –Déjate abrazar por la oscuridad de la noche-

La joven abrió sus brazos con una tímida sonrisa pintada en sus labios, cerro los ojos y sintió como una fuerte brisa se agitaba a su alrededor, moviendo su vestido, su capa, sus cabellos, despertando algo escondido en su interior. Percibió una fresca fragancia a flores traída por la noche, a oscura esperanza, pero esperanza al fin y al cabo.

-¿Quién eres?- Pregunto la mujer mientras los brazos de la misteriosa noche la rodeaban en un férreo pero delicado abrazo, su alma cantaba estremeciendo todo su cuerpo.

-Soy la noche- Respondió la dulce voz, ocasionando que la joven se riera al no haberse dando cuenta antes.

Las estrellas parecieron parpadear y la luna brillar con más esplendor, el viento agito la copa de los árboles, la dama de cabellos marrones fue elevada en el aire hasta que desapareció envuelta por el abrazo oscuro de la noche y debajo de la cúpula celeste hizo eco la melodiosa voz de la nueva hija de la noche, con ojos claros como el agua.


Fin

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