La
oscuridad le rodeaba, le absorbía, le devoraba como una fiera
hambrienta, sentía que ardía por dentro, una llama ardiente hacia
que agonizara, todo era un gran vació donde nada tenía sentido, el
aire era tan frío como si estuviese sumergida en aguas congeladas,
que eran cuchillas codiciosas que atravesaban su piel.
La
sangre se reunía y se deslizaba, como el agua de un río por las
montañas, el silencio se extendía como un manto misterioso que
dominaba todo a su alrededor, el dolor era insuperable, no existía
ningún antídoto para ese veneno mortal. La noche era tenebrosa, sin
luna que guiara su alma lejos de esa penumbra, la agonía superaba
con creces al más terrible de los dolores.
Congelada
hasta los huesos, el hielo acariciaba su alma solitaria y oscura, las
lágrimas sangrientas manchaban su pálida tes oculta por las alas de
un cuervo, las garras de la criatura oscura que con avidez
disfrutaba de su tortura arañaban su ser... Serpientes rastreras
inyectaban su ponzoña con saña, era tan profunda la pena que el
agua salada que brotaba de aquellos ojos se congelo, quemando cual
hielo seco, al indefenso corazón.
Todo
carecía de razón, nada, nada poseía un sentido significativo, ante
tal horror la muerte sería una bendita salvación, pero ya que no
podría llegar por la propia mano debido a que no contaba con fuerzas
de ningún tipo, para cumplir con tal cometido.
El
gélido aliento susurro a su oído, un cántico prohibido, un golpe
final y todo parecía haber desaparecido, sólo para volver a
sumergirse en esos mares de pena y dolor... Hasta que en medio de la
espesura de la noche misteriosa, las entrañas de la tierra le
cobijaron en su cálido abrazo, para darle paso a la redención y
exploto la calidez de mareas luminosas, las estrellas explosionaron
en el cielo representando las luces de una nueva aurora y el calor
del sol destruyo a todos aquellas criaturas oscuras que devoraban su
alma... La luna hizo acto de presencia recordándole que seria su
guía eterna, bajo su protección podría escapar del dolor, pero
nunca olvidarlo... Y al final se apodero de la noche, dueña y señora
de un paraíso oscuro que nadie jamás se hubiese imaginado... Siendo
el sol y la luna en medio de su propia oscuridad, traviesa y absurda,
todo era nada y nada era todo...
Apri
Plenilunio
Derechos
Reservados
“Paraísos
Oscuros”