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Siempre...

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17 de enero de 2018

Apasionada Oscuridad


Un par de ojos marrones estaban observando el majestuoso lugar, el techo pintando con el paisaje de un cielo despejado y soleado, en cuyo centro colgaba un hermoso candelabro de araña, sus pasos resonaban sobre los pisos de mármol brillante cubierto con alfombras persas debajo de los muebles, la mesa central de café y las sillas, pesadas cortinas borgoñas descolgaban sobre las ventanas cerradas, la madera de los pasamanos que venían desde el segundo piso al final de las escaleras estaba labrada de manera detallada como una enredadera, el fuego crepitaba iluminando la estancia de aquella antigua mansión desde la chimenea adornada con piedras dándole un aspecto rustico en medio de tanta elegancia, una joven de cabellos enrulados del color del trigo alzo su mirada acariciando con los dedos un marco de madera, observando el cuadro que descansaba en la pared sobre la chimenea, unos ojos bicolores ámbar y verdes, le devolvían la mirada desde un rostro masculino bien parecido, nariz estilizada, labios carnosos adornados por una sonrisa intrigante, el cabello negro como el ala de un cuerpo enmarcaba aquel semblante digno de un dios griego.

De repente las llamas bailaron crujiendo desde la chimenea, la gran puerta principal doble de madera tallada se abrió de golpe acompañada por una fuerte ventisca que hizo que las cortinas ondularan juguetonas, los pasos resonaron por todo el lugar, una capa negra ondeaba detrás de la figura masculina que accedió al salón brevemente rodeada por la neblina y las puertas se cerraron de nuevo, la joven que había estado contemplando el lugar anteriormente, estaba sobre un mueble de color champagne con bordados dorados en forma de flores en el que había caído, sus ojos abiertos de par en par por la sorpresa, su largo vestido victoriano oro y plata envolviéndola, en tanto el caballero vestido con ropajes elegantes, se acercaba a ella.

-Así me gusta encontrarte- la voz del pelinegro oscura y sensual hizo estremecer a la ojimarrón –A mi disposición- se acerco moviéndose como un cazador tras su presa, al estar frente a ella se inclino y le acaricio el rostro obteniendo como resultado que la dama cerrara los ojos reclinándose ante la caricia.

–Arbel- el aliento escapo de los labios rojos de la pelidorado en un murmullo.

-Elen- susurro el aludido, ubicándose entre las piernas de la joven –Mi dulce Elen- atrapándola en sus ojos bicolores que destellaron en los bordes del iris, inclinándose hacia a ella para atraparla en un beso apasionado y posesivo que le arrebato el aire –Eres mía, sólo mía- estableció con un todo de voz profundo e hipnótico, mientras la envolvía en sus brazos, para luego besar su cuello y hacerla vibrar por el repentino contacto de sus colmillos alargándose sobre la sensible piel -¿De quién eres preciosa Elen?- exigió Arbel deleitándose con su amada.

 –Soy… Soy tuya Arbel… Amado- Respondió temblorosa y jadeante.

 –Y siempre lo serás amada-  estableció satisfecho ante la respuesta –Mía, por la eternidad- decreto tras lo que clavo sus dientes en la piel satinada del cuello de su compañera haciéndola gemir atrapada en la vorágine de placer que se apodero de ambos, en tanto los rayos de la traviesa luna se colaron por la rendija de una ventana iluminando los cuerpos de los amantes eternos en su entrega.

Fin

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