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Siempre...

Siempre...

14 de diciembre de 2016

Pesadillas

Una noche…

Clarís caminaba en medio de la oscuridad y el silencio, el viento gélido le erizó los vellos de la piel, lo que la hizo restregarse las manos por sus brazos en busca de calor, pudo ver el vaho que debido al frío causaba su aliento en el aire, la nieve comenzaba a caer del cielo como una lluvia de misteriosos pétalos blancos, una densa niebla se elevaba a su alrededor haciendo surgir extrañas figuras cual entes fantasmales ocasionando que acelerara la marcha en busca de su casa.

De repente… Siente una presencia que la envuelve haciéndola sentir oprimida, con algo de esfuerzo escucha unos pasos sobre la nieve, siente un aliento gélido en su oído, voltea pero no hay nadie, el viento sopla con fuerza y un extraño sonido hace que un escalofrío recorra su columna vertebral.

Esa presencia persistente de una energía, de un ente que la persigue, hace que empiece a surgir en ella la desesperación y un profundo miedo, las manos le tiemblan, las pupilas de sus oscuros ojos se dilatan y un sudor frío empapa su piel, escucha una rama romperse, a la distancia se oyen los aullidos de los perros como un agudo lamento en medio de la noche tenebrosa, el terror la domina y sale corriendo, sin saber a donde dirigirse escapando de un ser invisible, ve manchas de sangre sobre la pálida nieve, figuras extrañas danzaban a su alrededor, como criaturas malévolas que se burlaban de su pavor, sigue corriendo y trata de gritar pidiendo ayuda, pero la voz no le sale, lo que ocasiona que la desesperación crezca a pasos agigantados.

Los delicados pétalos blancos que caían del cielo comenzaron a tornarse rojos, en su carrera con miedo y curiosidad, tomo uno entre sus manos y resulto ser sangre, profirió un grito de espanto limpiándose las manos con el vestido blanco que lleva puesto, al ver que la prenda se tornaba de ese color, trato de limpiar la mancha con su mano de manera desesperada, pero por el contrario, la mancha se extendía por la tela como un líquido derramado sobre un mantel absorbiéndolo, hasta hacerlo rojo e incluso que goteara manchando la nieve sobre la que pisaba.


El silencio, predominó en la noche y la endeble luz de la luna menguante fue cubierta por nubes negras, ocasionando que la oscuridad se extendiera a su alrededor,  devorándola cual fiera hambrienta. Todo en su entorno era negro, el viento glacial susurraba su nombre cual melodía fantasmal, -¡Clarís! ¡Clarís!- Luego, sumida en prominentes tinieblas sintió  unos fuertes brazos que la aprisionaban, pronunció un grito de terror tan fuerte que le dolió la garganta, el pánico la inundo mientras trataba de liberarse de esos brazos invisibles....

Un espantoso alarido de horror irrumpió en la noche rasgando el silencio como unas uñas sobre una pizarra...

Se despierta con un grito, empapada en sudor, temblando se sienta sobre la cama dejando caer el libro que reposaba sobre su regazo, se sirve un vaso de agua y se lo toma rápidamente sosteniéndolo con manos temblorosas, tras un suspiro profundo se levanta de la cama y con pasos inseguros se acerca a la ventada, mueve las pesadas cortinas verdes y ve la luz del bombillo que ilumina débilmente la calle dominada tanto por la oscuridad como por la neblina y se estremece de pies a cabeza mientras escucha su nombre viajando en el viento, observando el baile de la nieve que caía del cielo, en medio de la noche…

-¡Clarís! ¡Clarís!-

Apri Plenilunio
Derechos Reservados
Fragmento de la historia "Nocturno"


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