Me perdía en medio de las sombras nocturnas, que me absorbían como un mar
de angustia y dolor, las gotas de agua salada se deslizaban por mi rostro cayendo
desde mis ojos como una cascada oscura iluminada por la luz de la luna, mi
única compañera, la hechicera que me da su energía, me susurra concejos,
hechizos, me habla de magia y de los arcanos misteriosos de la noche eterna.
La oscuridad cual ente vivo me envolvía, el frío con vida propia se
colaba en mi corazón, congelandolo con hielo de los polos, al tacto mis manos
frías podría congelarte… Pálido contraste es mi rostro con la faz blanquecina
de la luna, lluvia de estrellas inexistente en el cielo de mi corazón, sueños
rotos en el alma… Como un ente exiliado, un fantasma invisible en un mundo de
tenebrosas tinieblas, negro y rojo es el líquido que brota desde el centro
profundo de mí ser. Sí, el cruel exilio otorgado por el veneno que un ser
sediento me regalo, condena o liberación, nunca lo sabré.
-0-
Es de noche, me deslizo entre las
sombras sigilosa como una experta cazadora, una pantera al asecho… Espero con
todos mis desarrollados sentidos atentos, el frío se extiende por las calles y
la neblina como una cómplice acude a mi llamado, ocultándome… Agazapada en
medio de la oscuridad, espero, paciente, hasta que escucho ese sonido
fascinante del torrente de la sangre en tus arterias mortales, el aliento de tu
vida de perversidad, el fluido vital que sacia mi ávida sed…
Ven… Acércate, escucha el sonido
de mi canto como el de las míticas sirenas, atrayéndote hacia mis brazos,
acudes a mi llamado con tu voluntad quebrada, tus ojos brillan con ansiedad en
base a una promesa que no tiene fundamentos, los latidos de tu corazón avivan
la llamara de sed en mi garganta…
Estando entre mis brazos, al ver
la realidad de tus actos, te das cuenta que te dejaste engañar por mi belleza
sobrenatural, sólo con tus ojos mundanos has sabido mirar y en la trampa mortal
has caído… Tu vida acabara.
Te miro fijamente sonriendo
maliciosa, tus ojos oscuros se abren asustados, sorprendidos cuando te das
cuenta que mis labios son rojos por la sangre, que mis ojos son verdes cuando
conviene, que mi palidez es tan mortal como la sobrecogedora presencia de la
muerte a mi lado, esperando por ti.
-¡Oh ingenuo mortal!- te digo y
tu tiemblas entre mis brazos, pues el sentido de mis palabras cala hondo en ti,
antes de darle verdadero significado a mi abrazo hablo con mi voz cargada del
inevitable deseo de poseer tu vitalidad –No tengas miedo, no te dolerá- ya se
que mi advertencia es vacía –Despídete de este mundo vacío, mi pequeño mortal-.
El silencio misterioso de la
noche es roto por tu grito impotente y aunque mis colmillos rasgando la jugosa
piel de tu cuello, no han causado dolor pues al menos eso te concedo, una
muerte indolora. Tu grito es ha causa del terror de no saber que hay más allá y
llega el instante cuando como un débil tambor escucho el latido de tu corazón,
el segundo decisivo de si te doy el regalo de la inmortalidad o apago la luz de
tu vida como a una vela en medio de la tormenta, la muerte con su gélido
aliento me conmina a dar el último golpe.
Y fue así como el sonido de tu
corazón acallo como el aleteo de una mariposa, te dejo en manos de la muerte,
mi fiel compañera, esta noche no me he decidido a pasar mi bendita maldición a
alguien más y ¿qué es peor? ¿Haberte arrebatado la vida o haber decidido
concederte una oscura y dolorosa eternidad?
La luna mi más fiel acompañante
en este mundo de oscuridad, es testigo de que no he podido ser más amable o más
cruel, al darte lo que se me concedió o arrebatarte lo que ha ti se te regalo.
Sonrió por la ironía de la
situación ¿acaso mi creador tuvo todas esas preguntas en su mente? No, pues
tras pasarme su don como el lo llamó, me enseñó que ya no pertenezco a ese
mundo luminoso en que los mortales a veces desperdician sus vidas, que ahora el
reino de la oscuridad, la soledad, la noche y el frío son mi hogar.
Dejo atrás a un cuerpo ya sin
vida, pues me apodere de ese líquido que calma mi codiciosa necesidad, la que
una vez rechacé, grave error pues mucho daño cause con mi propia ponzoña de
dolor… Ahora luego de aprendida la lección calmo el fuego de mi garganta en pro
de un bien mayor.
La sangre es vida y también es
muerte, “vivo” en las sombras y muere mi alma en frialdad, los brazos de la
noche me cobijan, la muerte se despide de mí en busca de otra víctima, pues
está noche ya ha acabado para mí.
Sola, fría, pálida, desértica, mágica
y poderosa, la noche, la luna, mi “vida” sobrenatural y mi belleza, cual anzuelo
que… Atrae a la presa.
Ven… No tengas miedo de mis
afilados colmillos, ni de mis hipnóticos ojos rojos, tampoco te preocupes por
mi palidez mortal… Si te acercas un poco podrás ver mis provocativos labios
rojos, mis mágicos ojos verdes y el color de la luna en mi piel, iluminando mis
ojos y todo mi ser.
Ven, no le temas al dulce beso de
la muerte, a mis brazos acudirás y ella sonriente te recibirá, para llevarte al
misterio del más allá.
Mis lágrimas oscuras, negras como
la misma noche irrumpen en la palidez de mi rostro… Desconcertada miro a la
luna en búsqueda de respuestas que nunca obtendré.
No tengas miedo… No le temas a la oscuridad, pero a mi sí.
Pues soy un vampiro…
Apri Plenilunio
Derechos Reservados
“Paraísos Oscuros”
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