Firmado En Carmesí
Era
una noche oscura y fría, la neblina serpenteaba creando figuras fantasmales por
las calles aledañas al bosque de arboles y vegetación frondosa, el silencio era
profundo y ominoso. La luna llena dominaba el cielo nocturno acompañada por las
titilantes estrellas, la nieve cubría todo lo que tenía a su alcance dejando
una alfombra blanca y fría a su paso, todo era quietud en medio de una escena
en que la neblina como nubes que han bajado del cielo reptaban en el bosque,
saliendo de el, al encuentro de la carretera.
La
suave brisa agito las copas de los árboles, ocasionando que la nieve acumulada
en ellas se precipitara al suelo del bosque como una cascada blanca que
brillaba bajo los rayos de la luna, se escucho el canto de un búho rompiendo el
profundo silencio, luego a la distancia se pudo escuchar el aullido de un lobo,
casi un quejido armónico que se deslizo en el viento subiendo hacia el cielo
profundamente oscuro y precipitándose sobre el suelo del bosque, luego la
ausencia de sonido se hizo presente nuevamente.
El
sonido de pisadas en una carrera apresurada irrumpió en la espesura del bosque,
el movimiento ocasionaba que el aire se agitara haciendo que la neblina se
moviera súbitamente… De repente, un grito agudo corto el silencio de la noche
como la navaja a una hoja de papel, luego la inmaculada y blanca nieve, fue
salpicada por una mancha roja contrastando de manera intensa con la blancura
del tapiz que se extendía sobre el pasto escondido bajo esta.
Envuelta
por la neblina como si de un manto se tratara una criatura nocturna sostenía a
su presa, marcándola, envenenándola…. Maldiciéndola…
El
silencio domino nuevamente el bosque en la antesala de algo, como esperando ser
testigo de un acontecimiento extraordinario, la luna llena ilumino el claro del
bosque, la neblina se movía como si tuviese vida propia… Se escucho el aullido
profundo de un lobo con pelaje de color predominantemente marrón semejante a la
canela anunciando su llegada al bosque, seguido instantáneamente por un aullido
nuevo casi tintineante de una loba negra, el lobo marrón aulló nuevamente a
modo de bienvenida y quien no supiera que era algo imposible, podría ver la
sonrisa en la mirada del can, a su vez vería que obtenía como respuesta una
mirada cálida y alegre del canino negro.
En
un correteo apresurado la loba negra siguió al lobo marrón, trotando
juguetonamente explorando su entorno, se alejaron del claro del bosque dejando
tras ellos una mancha de sangre brillando bajo los rayos de la luna como si de
un pequeño río carmesí se tratase, sobre la anteriormente pulcra nieve
blanquecina… Tras unos segundos las figuras peludas, se perdieron entre la
neblina y los arboles, el sonido de sus huellas se fue amortiguando hasta que
desapareció, al igual que las hermosas criaturas rodeadas de leyenda y
misterio, fueron absorbidas en un abrazo por el manto negruzco de la lúgubre
noche.
El
canto de los pájaros anunciaba el inicio de un nuevo día, mientras los rayos
del sol se deslizaban sobre la nieve, el bosque, los arboles, dejando ver una
hermosa imagen de matices multicolores, el bosque se despertaba, los animales
empezaban su día… El sonido de unos pasos sobre la nieve que se empezaba a derretir
por el sol y la pronta llegada de la primavera, hizo que algunos conejos que
estaban frente a una cueva huyeran, el sol dio de frente a dos figuras que
salieron de la protección de la sombra de los arboles, las cuales se acercaban
a la cueva. Un hombre alto, de piel clara, cabello color chocolate sujeto en
una coleta, gallardo, con andar elegante caminaba de la mano con una joven
morena, más baja que el de cabello negro, lizo y largo, suelto danzando con el
viento.
Desde
esa noche bajo la luna llena y la neblina del bosque espeso, profunda, un lobo marrón
ya jamás viajara sólo pues es acompañado por una loba negra y ahora juntos le
cantan a la madre luna sus misteriosas melodías. Pronto la manada crecería y el
bosque estaría nuevamente lleno de lobos…
Si algún día escuchas la
sinfonía de lobos en un bosque, puede ser que allí vivan un lobo marrón y una
loba negra, con su familia, su manada rigiéndola como dos lobos alfas… Por
muchas noches, perdidas en una breve eternidad.
Así
fue como la mancha de sangre sobre la inmaculada nieve, como la firma de un
pacto eterno dio inicio a los paseos nocturnos de dos lobos, dos almas gemelas,
dos amantes eternos… Pues a veces “la muerte” es sólo un nuevo comienzo.
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“Paraísos Oscuros”
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