Un grupo de
investigadores estaban en una casa, buscando pistas para esclarecer un crimen sobre
la desaparición de una joven heredera. El detective que lideraba la
investigación se llamaba Esteban Bellagio, además del grupo compuesto por
varias personas especializadas en el área, como medicina forense, estaba
incluida una joven que había ayudado a la policía a resolver casos por el don
de la clarividencia que poseía.
-Estoy segura, él fue
quien lo hizo- dijo la joven de ojos chocolate.
-Pero necesitamos
pruebas Sofía- repuso el detective.
-Acabamos de llegar
Esteban, estoy poniéndome a tono con la casa- mirando alrededor de la gran mansión
donde se encontraban –Hay muchas cosas que percibo-
-Bueno, ya asigne las
tareas para investigar la mansión- Expuso -Entonces dejaré que…- la joven le
hace una seña con la mano para que guarde silencio.
-Espera…- dice y
camina sin una dirección aparente, Esteban la sigue comprendiendo que ha percibido
algo.
Pasan por diversos
pasillos, suben unas escaleras, salen a un patio, pasan por una piscina y tras la
propiedad hallan el mausoleo familiar, Sofía se detiene finalmente, en un
terreno con apariencia abandonada dentro de la propiedad, a orillas de un
barranco que daba a un río. Se detuvo, de camino allí, la habían seguido Esteban
y dos investigadores más.
-Aquí…- Dijo Sofía y
señalo hacia al suelo.
El detective se dirigió
a los otros hombres que lo acompañaban –Comenzaremos por aquí, Pérez, Ortiz…
traigan las cosas-
Los hombres se marcharon
a hacer lo mandado y Esteban se dirige a Sofía que estaba con la mirada
perdida, él enarca una ceja… Confundido por la actitud de la joven, hasta que
ella cae el piso, en una especie de ataque de asfixia…
-Él hombre, él, la
ahogo- Decía tumbada en el suelo.
Esteban se apresuro a
tomarla en sus brazos y llevarla dentro, mientras le decía cosas para calmarla,
se dirigió a la casa y busco una habitación donde pudiera recostarla.
-Cada vez me digo que
no te permitiré ir a una investigación- Suspira frustrado -Pero termino cayendo
en lo mismo- dice él mientras la recuesta en la cama.
-Yo… Sólo quiero
ayudar- responde respirando mejor.
-¿Estás bien?-
Pregunta el detective acariciando los cabellos oscuros de la joven.
-Mejor cariño-
responde Sofía con un bostezo –Pero ahora tengo sueño-
-Quédate a descansar
aquí, enviare a una de las muchachas para que te acompañe- le da un beso en la
frente –Nos vemos-
-Nos vemos- susurra quedándose
dormida.
“Cada vez percibe con
más intensidad las cosas, tengo que evitar que siga haciendo esto, le hace daño”
piensa Esteban mientras se va.
Horas después…
Sofía despierta y ve
a una de las jóvenes que venían en el grupo, mirando por la ventana…
-Hola Barb… ¿Dónde están todos?- pregunta mientras se
levanta de la cama.
-Que bueno que te
despertaste, Esteban está preocupado por ti- dijo la joven.
A lo que Sofía
apenada se sonrojo un poco, sentía que daba molestias.
-Los demás están por
comer algo- agrego Barbará.
-¿Tú ya comiste?-
cuestiono interesada.
-Por su puesto, pero
no de lo que están preparando esos hombres- responde señalando la puerta riéndose.
-Entonces iré a ver
que coman algo decente- alude riéndose.
-Les tienes mucha
paciencia Sofía- Afirma sonriendo.
La aludida sólo sonríe,
niega con la cabeza y sale de la habitación…
-¿Qué están
preparando?- pregunta curiosa al entrar al comedor improvisado.
-Ya veo que volviste
al mundo de los vivos Sofía- bromea Pérez y agrega señalando algo que estaba a
punto de rebanar.
-La lechuga se lava
primero Pérez, dame acá- tomando la lechuga y un cuchillo –Yo lo hago-
-Tu mujercita es mandona
¿no Bellagio?- dice con burla uno de los investigadores
-¿No tiene hermanas?-
Pregunta Ortiz
-Ya quisiera una como
ella- Agrega Pérez acercándose al grupo.
-Pero recuerda, que ella es
mía- respondió el detective lanzándoles una mirada mortal a todos, quienes se
callaron.
Mientras en el
fregadero cercano, Sofía estaba lavando la lechuga para trocearla, luego de
hacerlo, lo deposito en un recipiente, se acerco a una de las mesas y tomo un
panecillo dulce relleno, pero a penas lo probo le supo feo y no pudo evitar
escupirlo. Dando como resultado que algo de eso cayera en una “evidencia”.
-Debes tener más
cuidado- Regaño el detective –no olvides en donde estás-
Sofía se sonrojo y se
sintió muy apenada, así que sólo dijo un rápido –Que nadie pruebe esos
panecillos, están dañados- Saliendo rápidamente del lugar, sintiéndose culpable
y percibiendo empáticamente la molestia de su pareja.
Sofía obtuvo una
botella de agua de una nevera portátil, tomo un poco de agua, se sentó en el
piso mientras decía -¿Qué me pasa? Estoy siendo demasiado torpe y no estoy
ayudando en nada…- de repente la botella que sostenía rodo al piso y ella se
quedo dormida allí.
-Eres demasiado rudo
a veces- Dijo Pérez quien era un hombre mayor, a Bellagio –Deberías hablar con
ella, esas “evidencias”- Haciendo el gesto de comillas en el aire -No son realmente importantes, pues no nos llevan a
nada-
El detective no respondió
y dando un gruñido fue en busca de Sofía.
Cuando la encontró arqueo
las cejas y se consterno al verla dormida en el suelo al lado de la nevera portátil,
se inclino al lado de Sofía para despertarla, al hacerlo le toco la frente y
estaba sumamente caliente, la tez de la joven estaba pálida. La tomo en brazos,
con lo que se fijo en sus labios que estaban morados. Así fue como una sospecha
hizo que su estomago se tornara pesado y su corazón se estrujara de temor.
-¡Pérez! ¡Ortiz! –
Grito y enseguida llegaron los mencionados.
-¿Qué sucede?-
Cuestiono uno de ellos.
-Los panecillos que
probo Sofía, que nadie coma de ellos, sospecho que están envenenados- respondió
alterado.
Ambos hombres lo
miraron impactados.
-¡Averigüen de donde salieron!
¡Yo tengo que llevar a Sofía al hospital- Ordeno.
Los hombres
asintieron y se fueron a hacer lo pedido. En tanto Esteban se dirigía rápidamente
al hospital con su preciosa carga.
Una semana después…
-Eso amor, abre los
ojos- animaba la voz.
Era lo que escuchaba
una joven que despertaba en un hospital, abrió lentamente los ojos acostumbrándose
a la luz, cuando pudo hacerlo bien, se encontró con un rostro cansado que le sonreía.
-Eso Sofía, al fin
estás despierta- dice aliviado el hombre.
-¿Me quede dormida de
nuevo?- cuestiono con voz patosa y con una sonrisa en el rostro.
Sintió unos brazos
que la rodeaban –Casi te pierdo Sofía, no sabes que susto me has dado-
-¿Qué paso?- pregunto
tratando de sentarse, recibiendo ayuda inmediata de Esteban.
-¿Recuerdas los
panecillos?- al ver que ella asintió, prosiguió –Resulta que estaban envenenados,
alguien los dejo allí para dejar al equipo de investigación… Fuera de combate-
explico acariciando el cabello de Sofía.
-Es bueno que nadie
más los haya probado entonces- Expuso pensativa la joven.
-Casi mueres Sofía-
le regaña aun recordando el temor que sintió.
-Pero no lo hice
amor- lo abraza.
Luego de un rato de
caricias y besos.
-¿Qué paso con el
caso?- cuestiona la chica de ojos
chocolate.
-No hemos llegado a
una conclusión clara- responde resignado el detective.
-Tengo que volver
allí- asevera la joven.
-Pero Sofía, acabas
de despertar- refuta el ojigris.
-Estoy bien, llama al
doctor para que lo compruebe- contesta Sofía.
-No solucionaremos nada
con…- rebate, pero es interrumpido.
En ese momento llega
el doctor que atendía el caso de Sofía, la revisa y para alegría de ella la da
de alta. Esteban la ayuda a alistarse, justo en el momento que se van a ir…
-¿Por qué no le
crees? ¡Confía más en ella!- Se escucharon en la habitación las exclamaciones molestas.
-¿Qué? ¿De q…?-
Esteban se queda mirando los ojos Sofía que han cambiado su habitual tonalidad
chocolate a un azul ultramar.
-¡Te mostrare que
ella tiene razón!- Exclama molesta la voz cambiada de Sofía.
-¿Qué pasa aquí?-
cuestiona aturdido.
-Vamos- toma la mano
del detective –te llevare al lugar donde sabrás la verdad.
El anonadado
detective no tiene otra opción que seguir a la joven.
Aproximadamente una
hora después…
El detective y la vidente,
llegan al mismo lugar que la última había señalado anteriormente.
-Ya hemos revisado
aquí- expresa Esteban escéptico.
-Sígueme- ordena la
joven y comienza a bajar por la peña.
-Espera, es peligroso-
trata de detenerla preocupado.
-No y yo no dejare
que nada le pase ella- Contesta decidida.
Nuevamente al
detective no le queda más que seguirla y para su sorpresa es guiado hacia una
cueva, que quedaba justo debajo del lugar que había señalado Sofía.
-Entre señor
detective- dice la sarcástica vos –Yo no quiero volver a ver ese lugar- así
sale de allí la ahora ojiazul.
Minutos después, el
detective le da alcance sorprendido y confundido, había encontrado todas las
respuestas del caso en ese lugar...
-¿Sofía?- cuestiona incierto.
-Aún no...- responde
y clava sus ojos azul oscuros en él –El lo hizo, para quedarse con mi dinero… ¡Ja!-
Deja ver una amarga sonrisa- ¿Acaso no sabía que yo le habría dado todo porque
lo amaba? Los humanos pueden ser tan
tontos-. Suspira y agrega en tono amenazante -Detective, cuide a su Sofía, la
verdad me vi tentada a llevármela pues usted no la aprecia, pero más le vale
que lo haga o no lo dejare en paz y resuelva esté caso para que yo pueda
descansar-
-¿Quién eres?-
Pregunta dudoso.
-Pensé que era un
detective, soy Helena- responde jocosa.
-¡Helena!- Exclama
sorprendido.
-¿Acaso no sabe de lo
sobrenatural teniendo una esposa con semejante don?– Al ver que iba a replicar
lo calla con un gesto –Soy un espíritu detective, un ente, un alma– se calla un
momento y agrega- Ella ya está cansada, sosténgala- Esteban lo hace de manera autómata
–Cuídela detective- los ojos de Sofía vuelven a ser chocolate.
-¿Estás bien Sofía?-
cuestiona preocupado el ojigris.
-¿Qué hacemos aquí?-
Pregunta Sofía.
-Luego te explico,
ahora necesitas descansar- responde mientras la carga en sus brazos.
-Sólo tengo un poco
de sueño- repone la de ojos chocolate cerrándolos.
-Duerme que yo te
cuido amor mío- le dice mientras ella se queda dormida, el detective la
contempla un rato, le da un beso en la frente y regresa a su casa.
Así pues el asesinato
de Helena Olimpia, fue resuelto gracias a Sofía y a la misma Helena, que tomo
el cuerpo de la joven prestado, para darle respuesta a las preguntas inconclusas,
demostrarle a Bellagio que Sofía tenía razón y para ella, Helena, poder
descansar en paz al fin. El causante de la muerte de la heredera de la fortuna
Olimpia había sido su propio esposo, Federico y él mismo fue quien trato de
envenenar al escuadrón de investigación de la policía central. Fue condenado y
encarcelado, pagando sus crímenes bajo las leyes humanas.
Dos años después…
En un hospital se
escuchaba el tenue llanto de un bebé recién nacido, los ojos chocolate de su
madre la miraban enternecida y los de su padre orgulloso por su esposa e hija.
-¿Cómo la llamaremos
entonces?- Cuestiono el hombre besando los cabellos oscuros de su esposa y
acariciando la cabecita de su recién adquirida hija.
-Helena- responde la
dama sonriendo.
-Helena Esperanza
Bellagio será entonces- dijo negando con la cabeza, sonriendo… No había podido
quitarle la idea a su mujer de la cabeza.
-Bienvenida al mundo,
pequeña brillante esperanza- arrulla Sofía abrazando y besando a su pequeña.
Gris y chocolate se
encuentran, así los recientes padres se besan con su hija entre sus corazones.
-Fin-
Apri Plenilunio
Derechos Reservados