Las nubes se arremolinaban
alrededor de la luna, el viento soplaba helado, tanto que calaba hasta los
huesos, los susurros de la noche danzaban traviesos en alas del aire, el frío
absorbía los sonidos en aquella noche silenciosa, un cuerpo se estremecía
temblando, unas manos femeninas morenas envolvieron la capa azul que llevaba
encima, su aliento creaba una nube de vapor, sus pasos eran cadenciosos, como
si danzaran con una música secreta, de confusión, de incertidumbre.
-¿Qué hago aquí?- Cuestiono a
la nada la joven alzando el rostro para contemplar a la luna cada vez más
oculta entre las nubes oscuras, como si quisieran devorarla entre sus fauces para traer la oscuridad total -¿Por
qué?- Pregunto mientras un nuevo estremecimiento la recorría entera, trato de
calentar sus manos heladas con su aliento, detuvo su marcha a medio camino, las
sombras se cernían a su alrededor como si quisieran atraparla.
-La oscuridad me quiere atrapar-
Murmuro cerrando los ojos, un vendaval repentino la azoto y la capucha que
llevaba sobre su cabeza cayó, dejando al descubierto un largo cabello negro
azulado sujeto en una trenza suelta, la cual parecía que sería deshecha por el
viento en cualquier momento -¿Qué puedo
hacer?- Susurro con un tono de voz que aparentaba poseer un matiz neutral, pero
en realidad era melancólico y confundido –Me rodea y quiere devorarme- tras
esas palabras soltó un suspiro de
rendición, abriendo los brazos dijo -¿Por qué quieres adueñarte de mi alma oscuridad?
Cuando soy… ¿Qué soy?- Negó con la cabeza en tanto una sonrisa triste se
formaba en sus labios rojizos –No, ¿Quién soy?- agrego hacia el vacío gélido de
la noche.
-Nada, la nada absoluta, la
sombra y la oscuridad, me envuelven ¡Me envuelve!- Grito a la noche mirando
hacia la luna como quien busca auxilio y redención, negó con la cabeza
ocasionando que los rizos de su cabello ya desatado por el viento, se agitaran
en medio de la oscuridad, brillando mágicamente en medio de la noche, se abrazo
a si misma -¿Qué es lo que quieres?- soltó con voz estrangulada a la nada.
-Entrégate- escucho como
una misteriosa voz femenina le invitada
y luego soltaba una risita traviesa que poseía en el fondo un tinte oscuro –Así
descansaras de este mundo que tanto te ha agotado- tentó insistentemente.
-¿Por qué la oscuridad quiere
adentrarse en mí y dominarlo todo?- Dijo confundida, adormecida, congelándose.
-Porque la oscuridad no es nada
sin la luz- Respondió una oscura y envolvente voz masculina.
La joven alzo la mirada,
ocasionado que sus ojos verdes quedaran enganchados a una mirada gris con un
pequeño brillo rojo en sus profundidades, ella contemplo la figura que tenía en
frente suyo, un hombre envuelto por un capa negra que parecía un halo a su
alrededor, unos cabellos casi plateados enmarcaban una cara pálida, era alto,
con porte elegante y una sonrisa torcida adornaba sus labios.
El recién llegado extendió su
mano en un ofrecimiento y una petición a la vez, la joven se acerco a él con
pasos dudosos, el rubio dio el último paso tomando la mano temblorosa de la
pelinegra, cuando ella la aferro, la acerco hacia su cuerpo atrapándola en un
abrazo –Te encontré- Murmuro como si un gran alivio se hubiese instalado en su
pecho, la joven sintió que había llegado a casa, las sombras les envolvieron y
desparecieron en un resplandor plateado en medio de la noche, con la luna como
testigo de su encuentro, ambos, con su luz y oscuridad agitándose en su
interior, aleteando tentativamente en una danza que los entrelazaba.
-Me encontraste- Fue el susurro
femenino que quedo tras ellos atrapado en medio de la noche oscura, ambos
entrelazados en lo que es y no es, la penumbra dio paso a la luz, así
eternamente seguirían su camino, ella dividida entre entregarse a aquella
oscuridad que le susurraba tentadora e invitadora, él escuchando su llamado y
algún día ambos, se entregarían a las penumbras, siendo la claridad en una
noche sin luna, entre los misterios y las leyendas.
Fin
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