No había nada a mí
alrededor, sólo el silencio y las sombras que me agobiaban en un lento
estertor, me perdí por caminos sin rumbos y senderos escondidos. Permanecía en
un limbo donde las emociones estaban entumecidas y los sentimientos dormían, ya
el miedo era parte de mi día a día, al igual que el hielo, la eternidad se
extendía ante mí como un letargo en vela.
La noche me guarecía bajo
su manto, me hacia parte de ella en el silencio, en compañía de la luna o sin
ella, bajo la lluvia, las nubes o las estrellas... Ante mi se disponía un nuevo
mundo que activaba mis sentidos, a pesar de tener en mi pecho un marchito
corazón.
La noche surgía como un
atardecer lleno de colores que ya no veía de la misma manera, todo era
diferente, a pesar de que algunas noches son más oscuras que otras, para mi
eran las horas más luminosa, pues el día no me pertenecía; pero sí lo hacia la
noche.
A pesar de tanta sublime
belleza la soledad dominaba mi paraíso oscuro, caminaba ocultándome y viviendo
entre las sombras, convirtiéndome en una leyenda.
Hasta aquella noche
cubierta por una densa neblina, mientras la luna llena se alzaba en el cielo
como una diosa de las estrellas y el aire frío recorría las calles a las
orillas del bosque, cuando te vi y observe aquellas imágenes en mi mente, esos
recuerdos extraños de otro mundo, otra vida en la que yo te conocí.
La noche es mi morada y
sigue siendo mi paraíso, la luna mi consejera, el silencio y la soledad mi
compañía, pero en medio de todos esos secretos aun te busco, todavía te espero,
para que juntos seamos una leyenda, un misterio.
Apri Plenilunio
Derechos Reservados
Relatos Breves
“Paraísos Oscuros”
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